Tsunekazu Takeda, presidente del Comité Olímpico de Japón (JOC), presentó su renuncia el martes en medio de un escándalo de sobornos que, según los investigadores, pudo ayudar a Tokio a conseguir la organización de los Juegos Olímpicos del próximo año.
Takeda dijo que se retirará cuando termine su mandato en junio y volvió a negar los cargos de corrupción en su contra. Como presidente del JOC, Takeda es también un poderoso miembro del Comité Olímpico Internacional (COI), donde presidente la comisión de marketing. Su dimisión supone que abandonará también el organismo internacional.
El dirigente señaló que tomó la decisión por voluntad propia y en interés del futuro del Comité Olímpico Japonés.
«Me gustaría dejar el futuro del JOC a una generación más joven para llegar a Tokio 2020», manifestó durante una reunión de la junta directiva del organismo en la capital nipona. «Al final de mi mandato en junio, me retiraré como presidente del JOC y miembro del comité».
El escándalo ha empañado los Juegos Olímpicos del próximo año y subrayó los fallidos esfuerzos del COI para limpiar el proceso de concesión. Japón invertirá al menos 20.000 millones de dólares en el evento deportivo que comenzará el 24 de julio de 2020.
La organización de los últimos Juegos en Rio de Janeiro fue caótica de principio a fin y culminó con la detención del presidente del comité organizador, y presidente del Comité Olímpico de Brasil, Carlos Nuzman, por un escándalo similar de compra de votos.
El favorito para sustituir a Takeda es Yasuhiro Yamashita, que ganó una medalla de oro en judo en Los Ángeles 1984.
Takeda ha reconocido que firmó pagos por alrededor de dos millones de dólares a una consultora de Singapur, Black Tidings, y a su director, Ian Tan Tong Han. Investigadores franceses han vinculado a la firma con Papa Massata Diack, uno de los hijos del poderoso exmiembro del COI Lamine Diack, de Senegal.
Lamine Diack tenía una gran influencia sobre los votos olímpicos de África. En 2013, los miembros del COI optaron por la propuesta de Tokio en detrimento de las de Madrid y Estambul.
Takeda alegó que él no estuvo implicado en el proceso de toma de decisiones y que no tuvo motivos para cuestionar lo que calificó de «contacto comercial habitual» aprobado por otros miembros del JOC.
El escándalo también arrojó luz sobre el rol de Dentsu, una gigantes agencia de publicidad y marketing nipona. Desde la concesión de los Juegos Olímpicos, Dentsu ha ayudado a los organizadores a lograr un record de 3.000 millones de dólares en patrocinios locales.
Dentsu admitió que informó al comité japonés sobre los asesores de la licitación justo antes de la votación de 2013. Tan era uno de ellos.