Eran las 10 de la noche. Nirvana Hermosillo corrió por su vida entre las calles oscuras de Azcapotzalco. Su rostro estaba bañado en sangre y ella sostenía con una mano su ojo derecho que se había salido de la órbita por un navajazo que le dio su pareja.
A seis años de lo que califica su historia de terror, Nirvana, de 32 años, clama justicia. Su rostro conserva las cicatrices y la pérdida del ojo derecho. Su expareja nunca piso la cárcel. El acta de la denuncia que levantó ante el agente del Ministerio Público en el hospital donde fue atendida no mereció seguimiento de las autoridades.
Al principio su relación fue normal, pero con el paso del tiempo iniciaron los gritos que fueron escalando a golpes. Vivió nueve años de infierno por los celos excesivos de su expareja.
«Mi relación empezó como cualquier otra de noviazgo. Ya después nos juntamos. La relación durante los dos primeros años fue de todo amor y dulzura. Después empezaron las agresiones, primero eran verbales, ya después aumentaron a golpes, y con el tiempo, otro tipo de cosas que me empezó a hacer…», relata.
Con tres hijos, Nirvana vende ropa usada en un tianguis para poder sobrevivir y solventar los gastos de sus hijos, pero no para poder tener un tratamiento médico adecuado. Vive oculta por miedo a que su expareja la encuentre y la dañe.
Entre sollozos recuerda con dolor y coraje los sucesos que le cambiaron la vida. En ese entonces trabajaba en una fábrica: «Salí como a las 10 de la noche, caminaba rápido por una oscura calle, había un tráiler atravesado. De repente me intercepta mi pareja y sin decir nada me golpea la cara.
«Yo sólo sentía los golpes y que algo escurría por mi cara, no sabía que era mi sangre. Metí mis manos para tratar de cubrir mi rostro, pero no se detenían los golpes. Sentí como mi ojo derecho salía expulsado, yo agarre mi ojo, grite, pedí auxilio. Como pude me crucé por debajo de tráiler. Algo tenía él en la mano, los cortes en mi cara se veían como navajazos».
Después de lograr que una ambulancia la trasladará a un hospital, Nirvana, con la poca visibilidad que tenía, logró observarse en un espejo. Su cara con edemas, bañada en sangre y el ojo fuera de su órbita.
«Pensé al verme, ¿por qué a mí? . Lo peor fue que después de operarme, el doctor me dijo que el nervio de mi ojo había quedado paralizado. Mis heridas eran profundas . Ya quedaste así …», narra.
La necesidad de contar con un apoyo para una cirugía la hizo salir y dar a conocer su historia: «Es difícil trabajar, que me acepten, busqué lugares en fábricas, en ventas, pero prefieren muchachas bonitas para atraer clientela», señala con tristeza.
Tampoco le gusta que la vean, porque hay a quienes les da miedo ver su rostro con su ojo paralizado, pero su necesidad es más grande y también para hacer conciencia de que ninguna mujer tenga que pasar por una historia de horror como la de ella.
Nirvana se despidió por esa mañana de su pareja, «no tuvimos pelea», pero en la noche fue su verdugo por los celos excesivos, denuncia.
Por Gloria Islas Rodríguez