Las Vegas, 15 Nov (Excélsior).- La mayoría de ellos iniciaron sus carreras entre los 18 y 20 años de edad; algunos alrededor de los 11. Ayer se les reconoció por su aportación a la música iberoamericana.
Siete figuras recibieron el Premio a la Excelencia Musical, un Grammy especial, como lo subrayó Gabriel Abaroa, presidente de la Academia Latina de la Grabación, durante la ceremonia realizada en un hotel de esta ciudad.
La academia, que realiza la entrega del Grammy Latino, ha reconocido a más de 100 leyendas de la música hispanoamericana y ayer sumó a siete más.
Desde las letras llenas de poesía y existencialismo del brasileño Erasmo Carlos, hasta la música afroantillana de Wilfrido Vargas y Chucho Valdés, y el pop de Yuri.
Los premios reconocen el legado artístico de sus carreras. El primero en recibirlo fue Chucho Valdés, hijo del legendario Bebo. Uno de los mejores músicos de la edad de oro de la música cubana, como se mencionó en un video. Para presentarlo, otra grande, Omara Portuondo, quien no pudo subir al escenario, debido a que horas antes se había caído y estaba lastimada. Aun así entró como diosa, con un pie levantado y agitando la mano saludando a los asistentes.
Confesó el pianista, que de chamaco pensó que a su edad le estaría dando de comer a las gallinas; qué bueno que no fue así, subrayó. El agradecimiento final: a su padre.
Erasmo Carlos, colega de Roberto Carlos, compartió en el escenario que cuando supo del premio se sintió el artista más importante. El público se volcó en una ovación. Él agradeció a Dios por el don que le dio.
Al que creía que ya le tocaba el premio era a Dyango. El catalán recordó que estuvo tres veces nominado “y no’ más nada”, dijo el abuelo de Izan Llunas, el niño que dio vida a Luis Miguel en su serie y que ahora inicia su carrera musical.
El puertorriqueño Andy Montañez contagió con su entusiasmo, mientras que por su parte, el mexicano José María Napoleón fue más nostálgico.
Recordó que su padre siempre le enseñó a decir gracias, alabó a su madre y también pensó que el premio nunca llegaría; ese sueño que ahora tiene rostro y estaba entre sus manos: su Grammy a la Excelencia.
Wilfrido Vargas dijo que improvisaría su discurso; fue el que más se alargó y subrayó que en dos minutos era imposible resumir lo que sentía. Al final se lo agradeció a un grande: Johnny Ventura, el dominicano que le abrió camino en el merengue y quien le entregó el premio.
La última, pero no por menos importante, sino por orden alfabético fue Yuri.
La veracruzana bromeó sobre el escenario. Dio gracias a Dios por los planes que le tenía preparados y por estos 40 años en la música.
El premio se lo dedicó a su madre y rememoró a Celia Cruz, de quien era telonera en Veracruz.