La herencia material e inmaterial actúa como un ente dinámico sujeto a la experiencia. Su estudio, comprensión y preservación se ven atravesadas por convenciones sociales históricas.
Existen muy diversas formas de interpretar el espacio público: dibujarlo, modelarlo, caminarlo y escucharlo son solo algunas de las alternativas exploradas durante la sesión de cierre del seminario Ciudad, territorio y patrimonio. Todas las lecturas ofrecidas en el foro de la Ibero Puebla convergen en el proceso de apropiación de los espacios a través de la acción colectiva.
De no haber sido por el videojuego Assasin’s Creed, no hubiera sido posible encaminar la reconstrucción de la Catedral de Notre Dame tras el incendio de 2019. Una entrega de la saga publicada en 2014 incluye una réplica digital exacta de la iglesia gótica, misma que tomó a los desarrolladores más de 5,000 horas de trabajo.
La organización CAMMARQ ha hecho de esta feliz coincidencia un modelo de negocios, pues se dedica al rescate de edificios históricos a través de la generación de réplicas digitales mediante realidad aumentada y modelos 3D. Su oferta fue puesta a prueba en Puebla en tiempos recientes.
Construida en 1728, la Catedral de Tehuacán se encuentra en un estado clave para el levantamiento arquitectónico de las tres torres del campanario debido al riesgo de derrumbe por su longevidad. Para ello, CAMMARQ utilizó tecnología de punta para reducir costos y entregar los productos finales en una cuarta parte del tiempo que hubiese tomado en otras épocas.
Como sustitutos de andamiajes y flexómetros, los drones permiten realizar trabajos de fotogrametría digital aérea, lo que arroja información gráfica y analítica de objetos tridimensionales capturados en fotografías. El equipo tomó más de 500 fotografías de la parroquia con el fin de captar cada elemento del edificio. Dichas imágenes fueron procesadas para detectar puntos coincidentes y convertirlos en modelos tridimensionales.
El resultado fue una serie de planos, animaciones y modelados que permiten tener una aproximación fidedigna a las características del inmueble. En palabras de Édgar Martínez, coordinador del proyecto: “Ayudamos a las autoridades a tener el patrimonio digitalizado para no esperar a que exista una catástrofe”.
La protección de espacios también es posible desde la gestión de data. Lucía Villers y Sophie Davin encontraron dificultades para entender y estudiar el patrimonio en la Ciudad de México desde las bases de datos. Un primer mapeo trazado por las arquitectas con base en información oficial identifica una proliferación de inmuebles monumentales ubicados principalmente al norte de la capital. Sin embargo, el ejercicio cartográfico requiere de un escrutinio más complejo.
Para articular un sitio web especializado que permitiera atender esta carencia, las expertas recolectaron información relacionada con uso de suelo, inmobiliaria catalogada como patrimonio y trazado de predios. La plataforma responde a la falta de una fuente de información que concentre todos los registros patrimoniales de la Ciudad de México y que sea accesible para cualquier usuario.
El trabajo de depuración de archivos consistió en la conformación de una base de datos de más de 15,000 predios, así como la identificación de discrepancias entre sus fuentes de consulta. El ejercicio, aseguraron las autoras, permite demostrar que la categorización de los espacios responde a procesos históricos de urbanización y representación simbólica del territorio, muchos de ellos con fecha de caducidad.
Apropiación desde el cuerpo
Originario de Caracas, Cheo Carvajal ha observado cómo la constitución de las ciudades segrega sectores sociales por condiciones étnicas, económicas o políticas. “La ciudad se manifiesta como un contenedor de tensiones y conflictos”, explicó.
Desde la organización Ciudad Laboratorio, Carvajal busca que la experiencia del individuo sea el camino para comprender las dinámicas urbanas y para romper con la concepción del territorio como espacio privado e impenetrable. Una ciudad compleja pretende crear un estado de ánimo que, desde el cuerpo, reconozca las desigualdades y las supere.
Las actividades formativas de la organización parten de caminatas nocturnas grupales para reconocer los espacios urbanos, lo que cobra especial valor en la capital venezolana, una ciudad que queda en el abandono al caer el sol debido a la inseguridad y la emigración reciente.
Con los peregrinajes se busca inculcar la idea de que la ciudadanía puede incidir en la recuperación de espacios tomados por la violencia, el mal diseño urbano y la sobrepoblación de automóviles. “Queremos superar la idea de que la noche es un territorio del miedo y que la única manera que tenemos de anteponernos es llenándolo de luz”.
El giro sensorial se define como una aproximación al estudio cultural desde los sentidos. De manera similar a las rondas nocturnas de Ciudad Laboratorio, Ana Lidia Domínguez ha abocado su labor profesional a la reivindicación del uso de la corporeidad para la generación de saberes: se trata de un proceso de significación de las experiencias sensibles.
El patrimonio inmaterial se vale de estos procesos. Los elementos sensibles de la cultura funcionan como atributos de la identidad de las personas como seres sociales. En palabras de la experta: “Los lugares huelen, tienen sabores, suenan de una manera particular…”.
Para la académica de la IBERO Puebla, convertir en patrimonio estos elementos intangibles ha servido para su protección frente a agentes económicos y políticos. Sin embargo, también ha fomentado la mercantilización de dichos símbolos para generar una economía de la experiencia.
A través del reconocimiento sensorial es posible problematizar la conformación de las identidades: la vainilla de Papantla; el mole de Puebla; el aire de La Ventosa. La búsqueda de elementos sensibles, recordó Ana Lidia Domínguez, permite contar la historia de un lugar y las personas que lo han habitado a través del tiempo.