La fobia social es parte de los trastornos de ansiedad y se caracteriza por el miedo ante la posibilidad de exponerse a determinadas situaciones sociales o actuaciones en público.
De acuerdo con John W. Barnhill, médico del Hospital Presbiteriano de Nueva York, las personas con este problema experimentan una extrema preocupación por la posibilidad de que sus comportamientos o actuaciones en público puedan ser considerados inapropiados. A menudo les preocupa que su ansiedad resulte evidente.
Incluso pueden sudar, ruborizarse, vomitar, temblar o se les quiebra la voz. También les preocupa perder el hilo de su pensamiento o no ser capaces de encontrar las palabras adecuadas para expresarse.
Estas personas deben tratarse con un especialista, que según Barnhill, pueden aplicar una terapia de exposición, la terapia cognitivo-conductual y en algunos casos se pueden recetar antidepresivos.
Asegura que la terapia de exposición es habitualmente efectiva. Sin embargo, puede ser difícil conseguir que la exposición dure lo suficiente para permitir que el paciente se habitúe y llegue a estar cómodo en esa situación.
Existen ciertas asociaciones que presentan a personas con ansiedad fóbica para que hablen ante una audiencia, o efectúen una lectura pública en una residencia geriátrica.
Por otra parte, la terapia cognitivo-conductual se enfoca en que las personas aprendan a hacer uso de técnicas de relajación, identifiquen patrones de pensamiento y comportamiento que pueden desencadenar ansiedad o pánico y con ello modifiquen su comportamiento.
Los antidepresivos solo los puede recomendar algún psiquiatra, no en todos los casos son necesarios, todo depende de la situación de cada paciente.
Las personas con este trastorno experimentan miedo o ansiedad en situaciones específicas como: hablar en público, realizar una actividad en presencia de un grupo de gente, comer en restaurantes, conocer nuevas personas, al mantener una conversación, firmar un documento ante testigos, entre otros.
Algunos adultos con fobia social eran tímidos cuando eran niños, mientras que otros no desarrollaron síntomas significativos de ansiedad hasta después de la pubertad, probablemente después de un evento traumático.
Es importante mencionar que las personas con este tipo de fobia deben atenderse a la brevedad posible, ya que al experimentar vergüenza, humillación e incluso rechazo, pueden desarrollar depresión. (NTX)