La carta de renuncia de Carlos Urzúa dejó varios críticas muy duras. Pero la frase más explosiva, y acaso la más dañina para el discurso de AMLO, fue la acusación de que «personajes influyentes con un patente conflicto de interés» estaban nombrado funcionarios de Hacienda.
¿A quiénes se refería? Algunos pensaron en su histórica pelea política con Alfonso Romo, con quien batalló en varios momentos de estos meses de Gobierno, e incluso en la histórica conformación del Proyecto Alternativo de Nación. Pero un análisis rápido permite comprender que Urzúa ganó casi todas las batallas frente al Jefe de Oficina. No viene por ese lado el enojo.
Algunos apuntan contra Raquel Buenrostro, la mujer de hierro de Hacienda. Ella fue apuntada por gobernadores, secretarios y todo tipo de funcionarios -incluido el propio Arturo Herrera- por no soltar los recursos y ser una «ajustadora serial». Un dato que no hay que olvidar: Urzúa la nombró en ese lugar, y su rol era justamente ese.
La queja de Urzúa apunta, en cambio, a un grupo de jóvenes que fue ganando confianza y «se adueñó por completo de los oídos de López Obrador». Una suerte de guardia pretoriana que empieza a cuidarlo frente a extraños, pero también frente a los «propios».
En el rubro económico, el blanco de las críticas de Urzúa es un economista junior que se encargó de entregarle los «otros datos» con los que el Presidente se escuda frente a índices, reportes o estadísticas negativas, incluso si son emanadas por organismos oficiales.
Cuando ganó las elecciones hace poco más de un año, AMLO prometió que sus hijos no tendrían cargos ni actividades políticas. «Se termina el nepotismo», aseguró. Y en rigor cumplió. El lanzamiento de Rocío Chocolates -revelado por LPO- fue una demostración pública de que ahora los jóvenes López Beltrán buscarían un camino en la IP, al menos mientras su padre sea mandatario.
Sin embargo, un reducido grupo de jóvenes, muy amigos de José Ramón, Gonzalo y especialmente Andy, el más político de sus hijos, fueron tomando espacios clave en el Gobierno de la 4T.
Los ejemplos sobran. Rodrigo Rojas Navarrete, nieto de Ifigenia y amigo de José Ramón, preside Conocer, en Educación. Marath Bolaños, quizás uno de los mejores amigos de Andy, es una suerte de comisario político en Relaciones Exteriores. Lo mismo Daniel Asaf, quien se encarga de la seguridad del Presidente. Homero Bazán en Cultura. O Mario Quintanilla en SRE.
La lista el larga. Pero el caso más ruidoso es el de Carlos Torres, íntimo de Andy López Beltrán. Este joven economista, hijo de un empresario de Durango, cayó en la estratégica Secretaría Técnica del Gabinete, una suerte de puente obligado entre AMLO y sus secretarios.
«Como Andrés Manuel decidió ejercer una Presidencia itinerante, sumado al tiempo que ocupan las mañaneras y las inamovibles juntas de Seguridad, muchos tenemos que reportar a Carlos Torres, y así se fue convirtiendo en una suerte de puente», reconoce el asesor de un secretario.
Según pudo saber LPO, en los últimos meses, Carlos Torres comenzó a meterse de lleno en temas económicos, lo que habría causado un creciente ruido con Urzúa. «El malestar que expone Carlos lo tenemos muchos, porque a veces escucha más a estos personajes que a sus propios secretarios», se quejó la misma fuente.
Fuente: Política on line