El Gobierno estatal de Río de Janeiro retomará el control del estadio Maracaná, que se encuentra en crisis, y romperá el contrato con un consorcio liderado por la constructora Odebrecht.
El Gobernador Wilson Witzel anunció el lunes que el grupo a cargo del inmueble de 78 mil localidades debe al estado alrededor de 10 millones de dólares desde marzo de 2017.
«El Maracaná genera ingresos», aseguró Witzel. «Será administrado por el estado en asociación con los clubes. No veo dificultad alguna en eso».
Los equipos de fútbol Flamengo y Fluminense, que juegan en el estadio, ambos la terminación del contrato con el ex operador, el Consorcio Maracaná encabezado por Odebrecht.
Witzel señaló que se espera que la medida sea completada dentro de 30 días y que el futuro del estadio no podía estar vinculado a una «compañía que fue sentenciada».
Varios de los ejecutivos de Odebrecht, entre ellos su director general, han sido detenidos como parte de una extensa pesquisa sobre corrupción conocida como Operación Lavado de Autos. Los investigadores determinaron que las compañías, incluida Odebrecht, pagaron miles de millones de dólares en sobornos a políticos para asegurar contratos y favores políticos.
El Consorcio Maracaná indicó en un comunicado que comentará después de revisar la decisión.
A comienzo de este año, la legislatura estatal de Río decidió investigar el contrato entre el estado y el administrador.
La renovación del estadio para la Copa del Mundo 2014 costó alrededor de 350 millones de dólares a los contribuyentes brasileños. Quedó en mal estado tras los Juegos Olímpicos de 2016 en medio de disputas legales, y en 2017, el Consorcio Maracaná ganó una licitación para administrar el estadio con planes de invertir alrededor de 156 millones de dólares durante más de 35 años.
Se suponía que el Consorcio Maracaná también pagaría al Gobierno de Río alrededor de 1,5 millones de dólares anuales, lo cual según Witzel nunca se materializó.
El histórico escenario, que fue sede de dos finales de la Copa del Mundo, también albergará la final de la Copa América el 7 de julio.