Rafael Pérez Gay narra cómo el cáncer le perdonó la vida en “Perseguir la noche»

Al cumplir cinco décadas de vida, Rafael Pérez Gay fue diagnosticado con cáncer de vejiga. Aunque los médicos le aseguraron que era curable, sintió que por primera vez la muerte le miraba muy de cerca.

Son situaciones difíciles que después de lucharlas, algunas personas prefieren olvidarlas, pero no es su caso, pues considera que para los escritores no existen los temas vedados ni prohibidos, aún tratándose de él mismo.

“Durante los meses de tratamiento, me pregunté qué haría un escritor con esto, sobre todo aquellos que admiro y quiero como Philip Roth, Amos Oz y Martin Amis. Pensé en que habrían narrado experiencias personales, íntimas, duras y difíciles”, platicó Pérez Gay en entrevista con Notimex.

Así nació “Perseguir la noche”, libro con el que cierra una trilogía introspectiva que inició con los títulos “Nos acompañan los muertos”, sobre la experiencia de perder a sus padres, y “El cerebro de mi hermano”, que abunda en la muerte de José María Pérez Gay.

“Escribía esta novela cuando mi hermano enfermó y pasó por una triste y terrible enfermedad que al final estaba arrancándole la vida. Interrumpí mi historia para comenzar con ‘El cerebro de mi hermano’ porque no pueden pasar frente a mis ojos acontecimientos tan duros, tan difíciles e íntimos sin que me detenga”, explicó el también periodista.

“La vida está hecha de diversos caminos. Cada cosa puede ocurrir de una forma y también de otra. Todos hemos pasado alguna vez por un acantilado desde donde vemos la ciudad de nuestra existencia.

“A lo lejos se ve el trazo de la avenida central de la familia, las calles de los amores imposibles, los callejones de los sueños rotos, los monumentos de nuestros muertos, el gran teatro de la historia, la catedral de la memoria, la plaza de la enfermedad”, así reflexiona Pérez Gay en el inicio de su texto dividido en tres narrativas.

En la primera se refiere al diagnóstico de la enfermedad; la tristeza que le invade, la desesperación y el tratamiento que debe seguir.

Analizó que cuando una enfermedad tan seria como el cáncer perdona la vida o la muerte de alguien, lo libera en muchos sentidos y así sucedió con él.

“Me permitió hacer cosas que no había hecho antes y me permitió escribir esta novela, este informe negro con absoluta libertad. Hay un viaje introspectivo en el cual te conoces mucho más de lo que hubieras imaginado”.

No obstante que los médicos le habían dicho a Rafael Pérez Gay que su cáncer de vejiga era tratable, él sabía que una enfermedad así no tiene palabra de honor y que todo podía suceder.

“Quien se ha enfermado duramente y quien ha sido mirado por la muerte, sabe que todo ocurre en presente, que el pasado queda lejos y que el futuro no existe”, resaltó.

La segunda parte tiene que ver con los escritores modernistas que le ayudaron a vivir: Amado Nervo, José Juan Tablada, Bernardo Couto, Alberto Leduc y el ilustrador Julio Ruelas. Abunda en la noche oscura, en la que habitan almas desesperadas y negras de sensibilidades.

“Los puse a hacer cosas indecibles en la Ciudad de México de entre 1898 y 1901 al interior de un burdel que estaba por la estación Colonia y que hoy son las calles de Sullivan y Sadi Carnot. Ellos se ven envueltos en una trama y ellos me regresaron a la vida”.

Las avenidas del Centro Histórico de esta capital le traen gratos recuerdos al novelista y por eso quiso plasmarlas, pero en su versión antigua, en la que cuando Madero era la gran calle, quizá más que San Juan de Letrán porque había de todo.

“Antes se llamaba San Francisco y se llamaba Plateros. En el número 4 estaba el salón Bach, donde estos escritores iban a reunirse después de planear los números de la Revista Moderna, de ahí salían al Bar La América, caminado por Madero, atravesando Santa Isabel que hoy es el Eje Central.

“Pasaban por la Alameda y en Juárez y Coajomulco, hoy calle de José María Marroquí estaba el primer after hour que se recuerde en la ciudad porque permanecía abierto durante toda la noche. Una gran parte de la sociedad nocturna de la vida porfiriana se reunía ahí”.

La tercera parte es la historia de una familia que habita en una casa mexicana de los años 60 o 70, donde un adolescente empieza a ver la manera en que el mundo entra a través de las ventanas.

“Fue volver a encontrarme con esa familia, con el padre, con los hermanos y con lo que este joven descubría en su memoria. Hablo de la noche porque la noche siempre va delante, es esa hora terrible que ocurre entre las 4:00 y 4:30 de la mañana cuando vienen los fantasmas a decirnos cosas terribles”.

Al autor de títulos como “Me perderé contigo” (1988), “Esta vez para siempre” (1990) y “El corazón es un gitano” (2010), entre otros, admitió que durante su tiempo de lucha se sintió un fantasma.

“Si podemos salir de esa enfermedad, regresamos lentamente a lo que fuimos antes y quizá nunca volveremos a ser los mismos. ‘Perseguir la noche’ es la historia de cómo se van convirtiendo en fantasmas los seres del pasado y los del presente, y de cómo mezclan sus vidas”, precisó.

Escribir esta novela fue una especie de catarsis para el ganador del Premio Mazatlán de Literatura 2014. Fue explorar su enfermedad, involucrarse con la muerte y tener el anhelo de abandonar la oscura noche.

“El dolor se olvida, pero la melancolía no y la tristeza tampoco. Volví a recuperar una parte de las atmósferas difíciles y duras de aquellos años. Irlas poniendo en el papel e irlas recuperando fue un trabajo de la memoria porque sin ésta no hay literatura.

“Pero cada quien recuerda de un modo distinto. No sé si haya sido exactamente así, pero creo que fue muy parecido”, anotó.

Si hoy pudiera leer uno tras otro de los libros que conforman su trilogía, hallaría una textura narrativa que tiene que ver con un personaje, aquel que mira de un modo la Ciudad de México.

“El que recupera a su familia, que mira a sus padres y que, sobre todo, se pregunta una y otra vez, qué será de nosotros en el futuro ante los misterios de la desaparición y los enigmas definitivos de la finitud”.

Rafael Pérez Gay informó que en su próximo libro abundará en las primaveras, los soles y los inicios del invierno de su vida.

“Me concentraré en una casa mexicana de finales de los 60 y 70 a donde acuden los políticos, los gobiernos, el arte los escritores, los anuncios de televisión, las series y el dinero. Me gustaría reconstruir novelísticamente cuatro décadas a través de la visión de alguien que va creciendo”, concluyó.

octubre 2, 2018 - 7:00 pm

Por: Staff

Cultura

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