La Universidad Jesuita convoca a toda su planilla de investigadores a socializar sus hallazgos del último año y a abrazar la encomienda de generar conocimiento para el cambio social.
Después de dos años de pandemia, el mundo se acerca, aunque de forma desigual, al final de la emergencia sanitaria. Sin embargo, México atraviesa un momento en el que la estridencia de los conflictos entre actores públicos configura un ambiente poco propicio para procesar los aprendizajes del último periodo.
Como cada año, la Ibero Puebla abre un espacio de debate para poner en perspectiva los nuevos conocimientos generados y reajustar el norte para el porvenir. Así arrancó la Semana de la Investigación, cuya tesitura la dicta la idea de construir una sociedad más justa, fraterna y cuidadosa de la casa común: una utopía.
Mario Patrón Sánchez es consciente de los retos que conciernen a la educación como semillero de saberes. Entre ellos, destacó la urgencia de reconocer la crisis de las categorías del pensamiento que configuraron una realidad excluyente y violenta; reivindicar las agendas de indagación, y repolitizar la universidad como actor social.
A pesar de las adversidades sociales, políticas y administrativas, el Rector llamó al cuerpo investigador a no renunciar al compromiso de ser actores fundamentales en el rediseño del espacio público. “Las universidades deben refundarse desde la convicción de su poder para gestionar las transformaciones sociales”.
La Comunidad IBERO Puebla cuenta con más de 59 investigadores, mismos que contribuyen a la generación de conocimientos en los diferentes institutos, observatorios y laboratorios de la Institución. Algunos de ellos participaron en la elaboración de un plan estratégico para optimizar las fuentes de financiamiento y difusión de proyectos.
Así lo anunció Lilia Vélez Iglesias, directora general Académica, quien refrendó que la labor académica se desarrolla con rigor científico y principios éticos para la incidencia social. De manera paralela, se ha impulsado el diálogo entre la Universidad y los agentes públicos, privados y sociales para ensanchar los canales para la divulgación científica. Ello, aseguró, contribuirá al desarrollo social y a la mejora de las condiciones de vida.
Bienestares, en plural
En el regreso presencial a las aulas, las autoridades de una escuela primaria en Puebla segmentaron el uso del patio de recreo por edad y género, de tal manera que los niños mantuvieran una distancia sana. La medida, aplaudida por los profesores, generó quejas por parte de los alumnos. “¿Bienestar para quién?, ¿para los docentes o para las infancias?”, cuestionó Itzel López Nájera.
La coordinadora de las maestrías en Educación, que se encuentra trabajando en una investigación sobre dinámicas sociales en los juegos infantiles, entiende el bienestar como una realidad diversa y apegada a lo que ocurre en un contexto específico. Su ejemplo estableció la tesis de que lo que resulta en bienestar para algunos no necesariamente lo es para todos.
En la conversación cotidiana, el concepto de bienestar se convierte en un paraguas que engloba una serie de valores abstractos, pero que no siempre ataja realidades concretas. El análisis meticuloso de las dinámicas sociales es necesario para impulsar el desarrollo, uno que el Dr. Miguel Calderón Chelius entiende como la búsqueda del bienestar y la dignidad. “Mientras hay pobreza y hay desigualdad no puede haber bienestar”.
Por otro lado, la psicología comprende el bienestar como una serie de factores externos cuya presencia permite el correcto desarrollo del individuo. Posturas críticas al pensamiento individualista señalan que las perspectivas basadas en el consumo obligan a las personas a adaptarse a las condiciones del entorno; cuando esto no ocurre, comienzan las afectaciones psicoafectivas.
“No nos hemos dado el tiempo de preguntarnos si realmente queremos vivir en ese bienestar”, aseguró la Dra. Ericka Escalante Izeta. Lejos de seguir apostando por un modelo de vida basado en el rendimiento y la acumulación de capital, la coordinadora de la Maestría en Desarrollo Humano llamó a virar hacia paradigmas que aboguen por el buen vivir.
Al mismo tiempo, es necesario acercar al sector empresarial al concepto de bienestar, uno que sea definido por las comunidades y que apunte a la mejora de la calidad de vida de las personas. “El llamado es a transitar de las iniciativas caritativas para empezar a hablar de estrategias empoderadoras”, resumió la Dra. Claudia Eugenia Toca Torres.
Expertos han advertido de los peligros de la adaptación a la pobreza. Calderón Chelius, coordinador del Observatorio de Salarios, evocó los parámetros que utilizan las instancias públicas para conformar las canastas básicas. Los indicadores contemplan el consumo de alimentos que no son saludables, pero que forman parte la dieta diaria por su accesibilidad. Esta mirada provoca un espiral de precariedad del que difícilmente una persona puede salir.
El académico deslizó la importancia de la intervención en contextos de vulnerabilidad. “La función de los científicos sociales es entender la realidad para generar estrategias de acción”. Dicha incidencia, matizó López Nájera, “no puede ser avasallante ni de todo replegada”, sino que debe partir desde el nombramiento de los malestares.
La Semana de Investigación, a desarrollarse entre el 21 y el 25 de febrero, contará con mesas de diálogo sobre los temas que marcan la agenda institucional: bienestar, derechos humanos, perspectiva de género, interculturalidad, inclusión, sustentabilidad y cuidado de la casa común.