El Real Madrid accedió a la Final del Mundial de Clubes, en la que se medirá al Al Ain, tras comenzar con paso firme su camino a la tercera corona consecutiva liderado por Gareth Bale, que castigó con un triplete la endeblez defensiva del Kashima Antlers.
El vigente campeón despejó las dudas en su debut en la competición. Gestionó la obligación de ganar con esa experiencia de ganador de finales que recuperó en un momento señalado para despejar dudas.
Advertido por lo sufrido por el River Plate, encaró un duelo con máximo respeto a las virtudes del Kashima pero con el empeño de explotar sus defectos. Principalmente radicaban en los laterales y Bale tendría un papel principal ante la novedad Nishi, por el estado del titular Uchida.
Fue por donde se rompió el duelo, pero antes hubo momentos de aviso. Una relajación sería castigada y lo demostró un conjunto japonés con aroma brasileño en un arranque con poderío. En los dos primeros minutos obligó a Courtois a ser de nuevo salvador, con una mano abajo a disparo cruzado de Serginho, y en el tiro de esquina posterior el balón se paseó por el área chica tras ser peinado por Shoji en el primer palo.
El aviso estaba lanzado. Lo sufrido hace dos años se repetiría si los madridistas no igualaban el nivel de intensidad del Kashima, que buscó el físico para hacer daño mientras que el equipo español quería el balón. Reaccionó desde él. Con arrancadas de Bale por la izquierda y un dominio basado en el orden que aportó Marcos Llorente.
Las llegadas a la portería rival se harían esperar. Con velocidad lo hacía el Kashima, Serginho no encontraba puerta con su disparo en carrera y una salida rápida de Courtois evitaba el disparo Shoma Doi. Era la media hora de juego cuando Sun-Tae Kwon empezó a tener trabajo. Primeros avisos con disparos de Benzema y Kroos, y un testarazo de Ramos.
El premio para el Real Madrid llegaba a un minuto del descanso. El equipo blanco explotaba el punto débil del rival, su fragilidad defensiva. Una simple combinación en una banda servía. De altísima calidad, eso sí, cuando Bale conectó con Marcelo y lanzó el desmarque al toque medido, picado, que cayó muerto para que el galés lo enganchase en carrera. El disparo ajustado al poste fue inalcanzable para el portero japonés.
No hubo tiempo para la reacción de orgullo del Kashima. Cuando arriesgó fue castigado con dureza. Se salvó de la sentencia gracias a la intervención de su portero ante Lucas y la acción de Yamamoto salvando bajo la portería un disparo de Benzema.
En la siguiente acción ofensiva madridista los dos japoneses fueron de nuevo protagonistas, pero en esa ocasión en una acción repleta de despropósito de la que sacó partido Bale.
El central no observó la salida de su portero, pendiente de la carrera de Bale. Cuando se toparon en la salida del área de su compañero, hizo lo que nunca debía. Tocó el balón a un lateral en vez de despejarlo con potencia fuera y el galés sacó oro de su presión. A puerta vacía marcó y dos minutos después cerró su mejor partido del curso con un zurdazo a una escuadra. Un triplete que le reivindica. El papel de líder que se espera de él.
Con todo sentenciado, solo quedaba esperar el final regulando esfuerzos. El Kashima buscaba el tanto de la honra y al contragolpe perdonaron Carvajal y especialmente Lucas Vázquez, en un mano a mano que resolvió con un balón picado blando a las manos del portero.
El premio al conjunto japonés llegó con intervención del VAR. Marcelo rompía el fuera de juego y el disparo raso de Shoma Doi no lo alcanzaba Courtois. El Real Madrid recuperó su firmeza para acceder a la final de una competición que está obligado a ganar para poner un buen broche al 2018.