La autoproclamada presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, acusó al ex presidente Evo Morales de avivar las protestas desde su exilio en México en su contra, y anticipó que hará una presentación diplomática a la Administración de Andrés Manuel López Obrador.
«México debe hacer respetar el protocolo de refugiado con Evo Morales», dijo el jueves Áñez y acotó que el ex Mandatario se ha dado a la tarea de «hacer descalificaciones».
Morales se refugió en México tras renunciar acorralado por las protestas sociales y la presión de las Fuerzas Armadas tras las elecciones calificadas de fraudulentas en las que buscaba un cuarto mandato.
«Hay que hacer conocer al Gobierno mexicano, eso no puede estar sucediendo. El ex presidente está asilado, no puede hacer ningún comentario. Vamos a hacer las presentaciones que correspondan a través de la Cancillería», aseveró más temprano el Ministro de Obras Públicas, Yerko Núñez.
En una rueda de prensa en México la víspera, Morales llamó a un acuerdo nacional para pacificar a Bolivia con el apoyo de países «amigos» y dijo que está dispuesto a volver si el pueblo se lo pide.
Su partida no aplacó las protestas. Ahora sus partidarios protagonizan manifestaciones con cortes de rutas en varias regiones para pedir el regreso de su líder. La violencia cobró 10 vidas desde que estallaron las protestas tras las elecciones del 20 de octubre, en las que la Oposición denunció un supuesto fraude.
«Morales va a crearle problemas al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, incluso con la Oposición mexicana. Desde México lanza críticas, amenazas al nuevo gobierno de transición, incluso da conferencias de prensa», dijo el analista y catedrático Jorge Dulón.
La Oposición boliviana acusa al ex Mandatario de digitar las protestas de sus seguidores.
«Está convulsionando desde el exterior. Se resiste a dejar el poder», dijo Gustavo Pedraza, ex candidato a la Vicepresidencia en los comicios.
Primero fueron las protestas contra el supuesto fraude electoral, pero ahora los seguidores del ex mandatario se movilizan pidiendo su regreso y rechazan la asunción de Áñez, quien llamará a nuevas elecciones en tres meses.
Morales y su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), mantienen intacto su poder en alcaldías, sindicatos y organizaciones indígenas que han controlado en los 13 años y 9 meses que el líder indígena estuvo en el poder.
Áñez, quien se autoproclamó Presidenta interina del país andino, parece tener el respaldo de la Policía, el Ejército y la Iglesia.
La vida regresó a la normalidad brevemente el miércoles en la mañana, horas después de que Áñez asumió el poder.
Los opositores a Morales celebraron ondeando banderas nacionales antes de levantar muchos de los bloqueos instalados en carreteras de todo el país. Los comercios enrollaron las persianas metálicas que los protegían de los saqueos y el transporte público volvió a funcionar con normalidad en La Paz.
Pero más tarde se desataron violentos enfrentamientos entre leales a Morales y la Policía de la capital que se extendieron hasta entrada la noche.
Los seguidores del ex presidente también salieron a la calle en la ciudad de El Alto, cercana a La Paz y un bastión a Morales, con la bandera indígena multicolor y cantando «¡Ahora sí, guerra civil!».
En el centro de La Paz, los manifestantes arrojaron piedras, arrancaron placas de metal y tablones de madera de obras para usarlos como armas y algunos prendieron cartuchos de dinamita. Policías antimotines respondieron con gases lacrimógenos mientras aviones de combate rugían en vuelos bajos sobre la multitud en una demostración de fuerza.