Las universidades adheridas al Consorcio reforzarán sus estrategias de sustentabilidad en su operatividad y en la formación de profesionistas comprometidos con la Tierra
En el marco del Día Internacional de la Tierra, representantes de 15 de las 17 universidades que integran el Consorcio Mexicano de Instituciones de Educación Superior para la Sustentabilidad Complexus firmaron un nuevo convenio de colaboración que, a veinte años de su fundación, revitaliza sus esfuerzos para la generación de prácticas y entornos amigables con el planeta.
La expresión latina complexus proviene del latín y significa “aquello que está unido para componer una entidad mayor”. El nombre condensa el espíritu de colaboración en búsqueda de la sustentabilidad como horizonte común que nació en 1998 con la Primera Reunión Nacional de Programas Ambientales Extracurriculares.
De las reflexiones surgidas en ese espacio resultó la idea de crear un Consorcio Mexicano para la Sustentabilidad (2000) con la finalidad de incorporar acciones sustantivas en la materia para garantizar la reflexión, conceptualización e incorporación de la dimensión ambiental en las actividades académicas.
Como indicó Dulce María Ramos Mora, secretaria ejecutiva del Consorcio, los nuevos objetivos tienen que ver con la revitalización de la red y la construcción de espacios que favorezcan el desarrollo de iniciativas conjuntas, donde sea posible sumar las habilidades de las comunidades académicas y potenciar la incidencia social.
En su papel como testigo de la firma simbólica, Sergio Martínez Cruz, representante de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), celebró la firme intención de todos los involucrados para reforzar las estrategias de acción en materia medioambiental, cuya relevancia se deja sentir diariamente.
Por su parte, Teresita Maldonado Salazar, en representación del Centro de Educación y Capacitación para el Desarrollo Sustentable (CECADESU-SEMARNAT), mencionó que las IES que integran Complexus se fortalecerán como actores centrales en la construcción de la sustentabilidad, “pero también es necesario la incorporación de nuevos actores que contribuyan a repensar el proceso civilizatorio dominante”.
Durante la firma de la misiva, Mario Patrón Sánchez, rector de la Ibero Puebla, aseguró que el cuidado de la Casa Común y la vigencia del derecho a un ambiente sano están presentes en todas las acciones sustantivas de las universidades jesuitas. Reiteró también la disposición para gestionar la vida universitaria bajo los principios de la sustentabilidad responsable.
Por su parte, Saul Cuautle Quechol, SJ, rector de la Ibero Ciudad de México-Tijuana, expresó que la pandemia ha enseñado que la unión de voluntades genera un mayor impacto en el cuidado de la Casa Común. “Es nuestro compromiso que la sociedad sea viable ambientalmente”.
Pandemia, una alerta de la Naturaleza
Algunos pensadores comienzan a considerar la pandemia de covid-19 como el verdadero inicio del siglo XXI, pues se trata de un fenómeno que marcará la sociabilidad, la política y a las sociedades del mundo en los años por venir. El Dr. Boaventura de Sousa Santos planteó algunos retos para las universidades en su papel de semilleros de agencias de cambio.
La crisis pandémica se suscita como una paradoja entre fragilidad y potencia humanas. Por un lado, ningún país se ha visto exento de los estragos del nuevo virus; algunos de los más poderosos han sido de los más afectados. Al mismo tiempo, la humanidad está a las puertas de la cuarta revolución industrial caracterizada por la inteligencia artificial y el internet de las cosas.
Se ha vivido con la idea de que no hay alternativas a la economía basada en el mercado y sus normas sociopolíticas derivadas. “El neoliberalismo nos ha dicho que el Estado no es importante porque es corrupto e ineficiente. En cambio, los mercados son los reguladores de la vida económica y social”. En la pandemia, no obstante, las personas han recurrido al Estado para protegerse, aun cuando este ha enfrentado la crisis con amplias carencias.
Las universidades también se han visto impactadas por el confinamiento sanitario. Con la digitalización de un modelo de enseñanza históricamente basado en la presencialidad, se ha perdido el conocimiento que el alumnado adquiere a través de la convivencia diaria.
A esto se suma el aumento de la desigualdad en la educación a nivel mundial. Por ello, De Sousa Santos insistió en que, si bien es necesario, el uso de las herramientas tecnopedagógicas no puede llevar a abandonar la presencia de profesores y estudiantes en las instituciones educativas, pues “la función social de la universidad exige proximidad”.
Para el sociólogo portugués, la aspiración de las universidades debe ser a un conocimiento plural, crítico, libre e independiente que esté atento a las resistencias viejas y por venir. “Como universitarios, debemos luchar para que la gente vea que hay que optar por un futuro más libre, más equilibrado con la naturaleza”, cerró Boaventura de Sousa.
Como réplica final al ponente, Mario Patrón recordó que la perspectiva final del paradigma pedagógico ignaciano es la formación de jóvenes que se hagan cargo de la realidad, donde el cuidado de la Casa Común sea el eje transversal del quehacer profesional. “[De Sousa] invita a pensar de manera crítica qué tanto hemos podido abrazar las causas de resistencia desde la perspectiva de los de abajo ante proyectos extractivistas”.
Al mismo tiempo, recordó que la innovación tecnológica conlleva el riesgo de alienación de los procesos de enseñanza-aprendizaje debido a que se privilegie el énfasis en los recursos digitales y no en las personas. Por tal motivo, cerró el rector de Ibero Puebla, “es plausible pensar a la universidad en resistencia al imperio del conocimiento”.