Ante la revictimización que muchas víctimas reciben por parte del Estado, las asociaciones civiles han sido parte medular en el proceso de sanación y prevención de violencias.
De acuerdo con el informe del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la violencia familiar aumentó un 20% en el año 2020. El encierro coronavírico develó la vulnerabilidad de miles de mujeres, niñas, niños y adolescentes que, ante las restricciones de movilidad, se han visto confinadas con sus agresores.
Las mujeres y las personas bajo su cuidado han tenido que buscar espacios que ofrezcan la seguridad que les es negada en sus hogares. Una instancia avocada a ello es la Red Nacional de Refugios, la cual aumentó sus atenciones a víctimas en un 39% durante el año pandémico. Así lo refirió su directora general, Wendy Haydeé Figueroa Morales, en la Ibero Puebla.
Las violencias sexuales contra menores, así como la pornografía infantil, han aumentado un 100% en los últimos doce meses. Cerca de 800 niñas y niños refieren haber sido víctimas de violencia sexual durante el confinamiento. Explicó la experta: “no existe un lugar seguro para las víctimas. Nuestro sistema está programado para ser obstaculizante y para que haya revictimizaciones”.
Estas transgresiones son perpetuadas por el patriarcado (sistema heteronormativo), el capitalismo (idea de pertenencia sobre otros cuerpos) y la impunidad. El hombre no soporta la idea de que aquello que le pertenece rompa con la dinámica de dominación y sumisión, para lo que se construyen los roles de género, el amor romántico y las dinámicas de relación social.
Ante esto, la Red Nacional de Refugios ha dado respuesta por más de veinte años a las necesidades de mujeres e infancias víctimas de violencia familiar. Han sido testigos de la creciente ola de violencia acompañada por altísimos niveles de impunidad. “Muchas mujeres tienen que salir de sus casas porque la violencia contra ellas las ha dejado con alguna discapacidad o las ha lacerado”.
Su eje de acción, continuó Figueroa Morales, es la protección de los derechos humanos a través de la prevención de las violencias. Las intervenciones contemplan la perspectiva de género, los derechos humanos y la interculturalidad para asistir a las mujeres diversas en sus circunstancias. También buscan incidir en las políticas públicas, el almacenamiento estadístico y en la destinación de presupuestos para organizaciones afines.
En 2020, una de cada seis mujeres informó que buscó apoyo gubernamental antes de recurrir a la Red, la respuesta del estado fue mayoritariamente revictimizante. “El 27% de los agresores tenían antecedentes penales; de estos, el 29% utilizaba armas de fuego y el 14% tenía vínculos militares o políticos”. Así, el año pasado la asociación civil atendió a más de 46,000 personas.
Wendy Haydeé Figueroa recordó que la participación de la ciudadanía ha tenido un rol protagónico: gracias a las campañas de comunicación para la prevención se ha encaminado la desnaturalización de las violencias para dar lugar al acompañamiento comunitario y las redes vecinales.
La organización consiste en una red articulada con más de 75 espacios de prevención y atención. Las áreas de atención externa dan seguimiento a los casos una vez que concluye la etapa de contención y sanación primaria, lo que en muchas ocasiones se traduce en nuevas redes de sororidad y trabajo integral. El tiempo de estancia promedio en los refugios es de tres meses.
Por su parte, las casas de emergencia y de transición contribuyen a subsanar las carencias del sistema público en materia de inclusión social y empoderamiento patrimonial y económico de las mujeres. En estos espacios, las usuarias pueden capitalizarse durante seis meses e implementar sus aprendizajes para la adquisición de sus nuevas viviendas.
El año pasado presentaron un informe sobre las alertas de violencia de género, donde se identificaron las carencias en cuestiones de presupuesto y seguimiento. Además, se les ha confundido con acciones de difusión informativa, cuando tendrían que tener mayor peso en la garantía del acceso a una vida libre de violencia. “Puebla no tiene como prioridad en su agenda política la vida y la seguridad de las mujeres”, señaló.
Los retos de una mujer que no tiene redes de apoyo y que no ha tenido la información sobre sus derechos, sentenció la especialista, es tener una vida digna. Ante las expresiones de violencia e inseguridad en el hogar, invitó a posibles víctimas a buscar asesoría profesional para reconocer las situaciones que se viven y buscar alternativas para romper la dependencia.
La presentación de Wendy Haydeé Figueroa concluyó la Jornada de las flores moradas: cuerpos revolucionando, espacio organizado por alumnas pertenecientes al Programa Universitario Ignaciano (PUI) de la Ibero Puebla con motivo del Día Internacional de la Mujer.
A lo largo de la semana, las jóvenes universitarias realizaron una reconstrucción literaria del paro nacional del año pasado; exploraron los diferentes caminos hacia el perdón, y construyeron diálogos entre madres e hijas para desentramar los discursos sobre la corporeidad femenina.