El movimiento del Orgullo Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Intersexual, Queer y más (LGBTIQ+) y su marcha tienen en México más de cuatro décadas de lucha social. Hoy en día existe “un panorama positivo, pero con persistencia de retos”, considera César Torres Cruz, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM.
Algo a favor “es que cada vez hay más reconocimiento a algunas identidades LGBTIQ+. Si comparamos el contexto político en la primera marcha (1979), lo que se pidió fue el cese a las redadas, a la discriminación, detener el acoso, conforme han pasado los años hay un poco más de reconocimiento social respecto a ciertas identidades como las lesbianas, homosexuales y bisexuales”, menciona.
No obstante, “como retos persisten el reconocimiento para personas trans, para no binarias, intersexuales, trans menores de 18 años de edad; además faltan legislaciones que permitan la unión civil entre personas del mismo sexo. Y en términos estructurales, todavía las poblaciones tienen estratificado el acceso a servicios de salud, empleo, educación, a condiciones de vivienda digna”.
A propósito del Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+ -a conmemorarse el sábado 25 de junio-, el doctor en Ciencias Políticas y Sociales resalta que el presente mes sirve para celebrar el movimiento, reconocer la diversidad y la disidencia sexogenérica, así como para generar estrategias que incorporen a las personas a la sociedad mexicana y se reconozcan sus derechos humanos.
Las personas no binarias, precisa, son quienes lidian con la discriminación porque no hay reconocimientos legales para ellas, toda vez que en los documentos solo hay dos categorías: mujer u hombre; faltaría incluir otra opción para “elles”.
“Por ejemplo: los pronombres, hay muchas burlas respecto al uso de la ‘e’ porque se argumenta que atenta contra el lenguaje. Además de eso, hay que luchar por las altas tasas de asesinatos por crímenes de odio. Hay organizaciones civiles internacionales que posicionan a México en los primeros cinco lugares a nivel global donde se quita la vida a más personas como práctica de odio”, describe.
Por ahora, continúa, las redes sociales (en Instagram, Facebook, TikTok) han permitido que se cree contenido en pro de esas poblaciones, se informa a la sociedad al respecto y eso contribuye a que haya otro tipo de representaciones.
En el caso de la UNAM indica: “La Universidad ha tenido, a lo largo de su historia, colectivos que han permitido a personas que estudian o trabajan aquí, se congreguen en un mismo espacio, que generen prácticas activistas”.
En el ámbito académico, prosigue, a partir del CIEG, y otras entidades, hay investigaciones avanzadas, pioneras en México, que generan insumos para darles voz.
Diversidad
De manera didáctica, el especialista universitario refiere que el movimiento nos invita a pensar la diversidad humana en al menos tres registros que forman parte de los seres humanos: sexo, género y la orientación sexual.
Lo que denunciamos, asegura, es que en las sociedades patriarcales como la mexicana hay una supuesta identidad binaria en cada uno de estos; es decir, se suele pensar que las personas nacen hembras biológicas, o machos biológicos (registro de sexo), y que se convertirán con el tiempo en mujeres u hombres (registro de género), que serán heterosexuales (registro de orientación sexual).
Entonces, la heteronorma nos hace pensar que solo hay una marca binaria en estos tres registros y que el resto de las personas que salen de esta marca no deberían existir, o están cometiendo algo anómalo, destaca.
Lo que vemos en la vida cotidiana es diversidad humana en todos los sentidos. En el registro del sexo hay hembras y machos biológicos, y también intersexuales que tienen diversidad corporal.
En el correspondiente al género hay quienes se asumen como mujeres u hombres a partir de la categoría asignada al nacer y quienes transitan de género, pero además hay no binarias. En el de la orientación sexual existen heterosexuales y quienes se enamoran de personas del mismo sexo, homosexuales, lesbianas, bisexuales, pansexuales, etcétera.
En nuestra región, relata, Argentina es el país con mayor progreso en términos de legislaciones de avanzada, por lo que es ejemplo a seguir. En otras latitudes, Suecia, Noruega y Alemania; en todos los casos, incluido el nuestro, han tenido que sortear las trabas de grupos conservadores.
Fotos: EsImagen / Alicia Jiménez
Las voces
Sam Astrid Xanat es un creadore digital, quien egresó de la licenciatura en Urbanismo de la UNAM, produce espacios de apoyo a través de contenido audiovisual y se descubrió como una persona trans no binaria; en su momento tuvo el respaldo de la profesora emérita de la Facultad de Arquitectura, Estefanía Chávez Barragán.
“Descubrí que había muchos espacios hostiles para la desinformación y los discursos de odio. Ahora nos sincronizamos con TikTok en las redes sociales con información básica, de documentación, para ayudar a personas que tienen muchas dudas legítimas. Aún hay mucho que trabajar, no solo se tiene que hacer un marketing social, un meme, hay que darle importancia a cómo nos nombramos; y sí empezamos a existir para mucha gente”.
En tanto, Sony Rangel se autodetermina como hombre trans vegano. Es egresado de la Licenciatura en Historia del Arte de la Escuela Nacional de Estudios Superiores Morelia, activista, locutor y servidor público. “La palabra que me define realmente es puente, soy un puente entre la comunidad LGBTIQ+, el activismo y la información”.
“Empecé a acercarme a otras disciplinas, al activismo institucional, así se fueron construyendo puentes entre proyectos. Y así me surge la posibilidad de trabajar en la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social de la Ciudad de México para hacer proyectos para la comunidad desde el gobierno, y todo ha sido causa y consecuencia de lo que he hecho desde hace seis años, y que ahora concreto con otras herramientas”.