La inflación, que comienza a ceder en las primeras semanas del 2023, es un fenómeno global producto de la guerra y de la pandemia que México ha contenido principalmente con la importación de divisas.
La inflación ha afectado el bolsillo de la mayoría de los mexicanos, pero el efecto pudo haber sido peor. Según explica Miguel Ángel Corona Jiménez, académico de la Ibero Puebla, el posicionamiento de la moneda nacional frente al dólar ha permitido que el impacto de la crisis económica mundial cause menos estragos que en otros países de Europa y América Latina.
Este efecto, que le ha valido a nuestra moneda el mote de ‘superpeso’, se debe a los altos ingresos de remesas: por séptimo año consecutivo, México batió el récord de divisas enviadas por paisanos en el extranjero al registrar un ingreso de 58,400 millones de dólares en 2022. Aunado a ello, el país mantiene un buen ritmo de exportaciones al acumular 479,559 millones de dólares en los primeros 10 meses del año anterior.
Comenta Corona Jiménez: “Se ha aumentado la disponibilidad de dólares, que es la oferta, y con ello se ha fortalecido muchísimo nuestra moneda. […] Al tener un peso fuerte, el país tiene menos incertidumbre sobre cumplir con sus compromisos en el exterior”. De igual manera, las compras al exterior resultan ligeramente menos costosas gracias a que el peso no se ha devaluado.
Por otro lado, México debe lidiar con el efecto inflacionario provocado por dos factores claves: la pandemia y la guerra. Las alteraciones en las cadenas de suministro derivadas del confinamiento sanitario generaron desabasto en bienes y materias primas, situación que repercute directamente en sus precios de acuerdo a la demanda en cada región.
Cuando las industrias comenzaban a recuperar su actividad en ritmos pre pandémicos, la guerra en Ucrania supuso nuevas complicaciones para obtener productos claves. “Los cereales sirven también para producir otros alimentos como la carne. […] Si sube el precio del gas y del petróleo sube prácticamente todo, porque todo se mueve con esa energía”.
La inflación actual, explica el académico de la Ibero Puebla, es un fenómeno internacional que se inserta en la economía mexicana. Para hacer frente a la inercia global, el gobierno federal tomó medidas de contención como el uso del impuesto sobre producción y servicios para subsidiar el precio de las gasolinas. “Si se hubiera dejado el precio a como estaba subiendo el petróleo a nivel internacional, seguro que hubiera rebasado los 35 o los 40 pesos”.
Miguel Ángel Corona insiste en que el ‘superpeso’ ha contribuido a la mitigación de los efectos de una inflación externa, tanto que su repercusión en el precio de bienes básicos comienza a ceder. Para continuar con este proceso, será clave activar las cadenas de producción y consumo, algo que también ocurre cuando las remesas que llegan a los hogares mexicanos.
El especialista valora los esfuerzos de la administración actual para colocar el salario mínimo en 207 pesos diarios. Según explica, el último aumento se coloca por encima de la inflación, lo que contribuye a aumentar el umbral de consumo y el poder de compra de las personas.
Los reordenamientos en los sistemas de inversión derivados de un proceso de contraglobalización pueden favorecer a México y América Latina. Mientras que una posible recesión económica podría resultar pasajera gracias al fortalecimiento del peso y la competitividad en el exterior, Corona Jiménez recomienda implementar una cultura del ahorro y la inversión de las familias en bienes y actividades que abonen al crecimiento personal y colectivo.