Luego de que este domingo Evo Morales renunciara a la presidencia de Bolivia, los líderes internacionales están divididos entre quienes celebran su dimisión, la respetan o la condenan.
Entre los que se pronunciaron a favor se encuentra el expresidente boliviano y principal opositor a Morales en los polémicos comicios del 20 de octubre, Carlos Mesa, quien calificó el acontecimiento como el “fin de la tiranía”, en un “día único” y de “lección histórica”.
De forma similar, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, argumentó que las denuncias de “fraude electoral” generaron la renuncia del mandatario boliviano y consideró como una lección la necesidad de “contar los votos que se pueden auditar. ¡El voto es un signo de claridad para Brasil!”.
En contraste, el expresidente de esa nación Luiz Inácio Lula da Silva, liberado de prisión el viernes, lamentó que “América Latina tenga una élite económica que no sepa cómo vivir con la democracia y la inclusión social de los más pobres”.
Rumores afirmaban un posible asilo político que Mauricio Macri habría brindado al expresidente Morales, algo que el mandatario argentino desmintió en declaraciones al diario el Clarín, sin que, hasta el momento, se haya pronunciado oficialmente respecto a lo sucedido.
Alberto Fernández, quien asumirá el cargo como presidente argentino el 10 de diciembre, expresó que en Bolivia se ha consumado un “golpe de Estado producto del accionar conjunto de civiles violentos, el personal policial autoacuartelado y la pasividad del ejército”.
Adelantó que ante “el quiebre institucional en Bolivia”, defenderá la democracia en América Latina e invitó a “las actuales autoridades” a colaborar con la recuperación democrática de la nación andina.
En la misma posición, el Grupo de Puebla consideró que el Estado de Derecho boliviano fue violado al interrumpir un mandato constitucional y, en solidaridad con “el pueblo hermano”, exigió “el respeto a la integridad física de todos y cada uno de los miembros del Gobierno, autoridades locales, militantes, líderes sociales y sus familiares”.
El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, se unió a las críticas de que la renuncia es un “violento y cobarde golpe de estado”, generado por la derecha, que “atenta contra la democracia” y consideró que “el mundo se debe movilizar por la vida y la libertad de Evo”.
Otro de los que reiteró su posicionamiento favorable a Morales fue Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, quien también calificó el acontecimiento como “golpe de Estado” y estimó que “los movimientos sociales y políticos del mundo nos declaramos en movilización para exigir la preservación de la vida de los pueblos originarios bolivianos, víctimas del racismo”.
De igual manera, el gobierno de Colombia solicitó una “reunión urgente” del consejo permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), a fin de buscar soluciones a la compleja situación institucional que se presenta en el Estado Plurinacional de Bolivia”, indicó la cancillería en un comunicado.
El titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, lamentó la renuncia de Morales y señaló que “en Bolivia hay una operación militar en curso; la rechazamos, es similar a aquellos trágicos hechos que ensangrentaron nuestra América Latina el siglo pasado”. Además, adelantó que la posición del país se mantendrá afín al respeto a la democracia y las instituciones.