El neoliberalismo, actual poder hegemónico, pretende desplazar a los sistemas de educación pública al rechazar su llegada a las mayorías y favorecer el mercado del negocio de la educación, consideró la investigadora de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, Adriana Puiggrós.
En 2019 se plantearon tres opciones para los sistemas educativos latinoamericanos: no cambiar nada y dejarlo morir, entregarlo al mercado o encarar una reforma que se haga cargo de las fisuras defendiendo la educación común, pues nos encontramos en la situación de tener que proteger las conquistas liberales de hace siglo y medio, argumentó.
Puiggrós y las expertas Elsie Rockwell y Nilma Lino Gomes disertaron sobre el trabajo por realizar ante el regreso a las actividades presenciales, durante el diálogo magistral “Derecho a la educación y desigualdades educativas en la pandemia y la post pandemia”, en ocasión de la 9ª Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales. Tramas de las desigualdades en América Latina y el Caribe. Saberes, luchas y transformaciones.
En la zona conocida como “las islas” de Ciudad Universitaria, las especialistas coincidieron en señalar que es necesario tomar en cuenta el gran dilema que representa el deseo de que una escuela sea un espacio común para la educación, pues la privatización y la injerencia de intereses privados ven los recursos que se destinan a esta materia como un botín de guerra que es posible tomar.
Adriana Puiggrós destacó que hace 64 años se creó la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en este tiempo, en la mayor parte de las naciones de AL, la educación básica se universalizó; sin embargo, en otras apenas se extendió la obligación para cursar secundaria y que sea gratuita.
A su vez, Elsie Rockwell Richmond, académica del Centro de Investigación y Estudios Avanzados, destacó que en este tiempo de pandemia se han reconfigurado los espacios de educación dentro y fuera de las aulas; se intensificó el trabajo docente de forma exponencial sin que el tiempo dedicado haya producido frutos, porque la escuela no es una fábrica; además de que se han externalizado los costos de la escolarización.
“En los pocos encuentros presenciales vislumbro que los chicos y chicas están contentos de regresar y se apropian de los espacios que llegan a ser suyos; los docentes enfrentan la heterogeneidad de sus grupos e inventan maneras de traducir los planes de estudio y programas que son incomprensibles en algo que tenga sentido para los alumnos”, subrayó.
En tanto, Nilma Lino Gomes, pedagoga brasileña de la Faculdade de Educação, Brasil, enfatizó que al hablar de repensar la educación comunitaria se debe revisar la tensión existente entre neoliberalismo, neoglobalización capitalista y democracia, la cual se exacerbó en los últimos años, especialmente durante la pandemia y en las naciones de América Latina y el Caribe.
“Necesitamos revisar y entender que las desigualdades educativas hacen parte de un gran conjunto de desigualdades sociales y económicas. Estamos en una interseccionalidad perversa que marca la vida de todos, principalmente los colectivos sociales que históricamente son tratados como desiguales y luchan históricamente contra esos conceptos”, resaltó.