El historiador Carlos Paredes destacó el poderío del Estado purépecha en el último cuarto del siglo XV, y las derrotas que infligió a los mexicas en 1477 y 1517
El proceso de conquista del territorio que hoy ocupa el estado de Michoacán deja ver las repercusiones de la rivalidad que mantuvieron tarascos y mexicas, así como la cruda realidad de las intenciones de la dominación española, sostiene el historiador Carlos Salvador Paredes Martínez, al referir que los tenochcas buscaron en vano pactar una alianza con los tarascos o purépechas, para contrarrestar el avance de los españoles y sus aliados indígenas.
Sobre la rivalidad entre ambos Estados, hegemónicos en Mesoamérica en el periodo Posclásico Tardío (1200-1521 d.C.), hablará el especialista del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, en el Tercer Coloquio sobre la Visión Antropológica de la Conquista, organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de su Dirección de Etnohistoria.
Previo al conversatorio, a transmitirse el 14 de junio por el canal INAH TV en YouTube, en sintonía con “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura federal, el investigador hizo un recuento del ascenso del Estado tarasco y el poderío que detentó en el último cuarto del siglo XV, siendo el único adversario capaz de contener la expansión de los mexicas hacia el occidente.
Tzintzuntzan era el centro político y religioso de los tarascos, el cual controlaba una amplia región que abarcaba casi todo el actual estado de Michoacán y partes de Guanajuato y Guerrero, así como fracciones de los territorios que hoy ocupan Jalisco, Querétaro y México. Aunque poco se sabe de su origen, se piensa que es un grupo tardío en el amplio panorama mesoamericano, ya que su predominio se dio a partir del siglo XIII d.C.
“Eran guerreros desafiantes que también tenían enfrentamientos en el sur de Jalisco contra los chichimecas, y en la parte del río Balsas. Estaban en un momento de conquista, y los mexicas consideraron una afrenta su incursión a la zona de Jilotepec, en lo que hoy es el Estado de México. Creo que su organización y táctica militar fueron determinantes para impedir la invasión de la Triple Alianza en esta región”, refirió Paredes Martínez.
Los guerreros del irecha o calzonci (rey) Tzitzipandácuare derrotaron a los de Axayácatl en 1477, y los de Zangua a los de Moctezuma II en 1517. Ambas afrentas se libraron en el límite de sus dominios: el oriente de Michoacán, ya que el corredor del río Lerma era estratégico por su conexión con el valle de Toluca, el norte de Michoacán y otras áreas y grupos culturales.
El historiador coincide con el investigador emérito del INAH, Eduardo Matos, en que Moctezuma II envío obsequios a Hernán Cortés como medio disuasivo, al tiempo que buscaba fortalecer sus filas si porfiaban en su avance. Por ello, tres comitivas salieron de Tenochtitlan hacia tierras tarascas a fin de pactar contra los españoles: la primera, en 1519, cuando los mexicas supieron que el capitán extremeño bordeaba las costas de Tabasco y de Veracruz, pero no tuvo éxito.
La segunda comitiva, enviada en el otoño de 1520, tuvo consecuencias fatales para ambas partes. El irecha Zangua determinó la muerte de los emisarios mexicas, sin embargo, uno de ellos portaba viruela –enfermedad transmitida por indios taínos de la caravana de Pánfilo de Narváez– e incubó en suelo tarasco, y cobraría como primeras víctimas a su gobernante supremo y a miembros del sacerdocio y de la nobleza.
Ante un clima cada vez más ríspido en México-Tenochtitlan, salió una tercera comitiva que terminó con la masacre de los diez mensajeros. En opinión del investigador, la negativa de los tarascos a pactar y formar un bloque contra los españoles y sus aliados indígenas, debe verse como una respuesta coherente con la rivalidad que sostuvieron durante un siglo con los mexicas.
Tras la caída de México-Tenochtitlan a mediados de agosto de 1521, e informado de que el Estado tarasco dominaba zonas ricas en oro y plata, Cortés encomendó al capitán Cristóbal de Olid someterlo, logrando la rendición del último calzonci, Tangáxoan Tzíntzicha. Entre 1523 y 1524, Antonio de Carvajal fue comisionado a realizar descripciones de los pueblos, para dimensionar la mano de obra, territorio y materias primas que podían obtener, iniciando así el sistema de encomienda.
“Asimismo, se fundaron los puertos de Zacatula y de Colima, y Hernán Cortés se apropió de la capital Tzintzuntzan, y para 1528 mandó a los tarascos a explotar las minas de plata del sur de Jalisco, en la parte de Tamazula, abusos que serían denunciados por Vasco de Quiroga. Para 1529, Tangáxoan Tzíntzicha fue sometido a un juicio sumario, a instancias de Nuño de Guzmán, despertando una rebelión que sofocarían rápidamente”, finalizó el historiador.