Rusia y Ucrania, una lucha por la seguridad y la ideología

El Kremlin ve en los Estados exsoviéticos un muro de contención contra posibles ataques. La OTAN ha buscado el diálogo con más esperanza que acierto diplomático.

Pocos líderes cuidan su imagen como Vladimir Putin. El mandatario ruso se fotografió con Emmanuel Macron —enviado por la Unión Europea (UE) para desactivar la bomba de la región exsoviética— con una mesa de varios metros de largo de por medio. Moscú guarda las distancias en un conflicto que, a juicio de los expertos, ahora mismo se encuentra en su cancha.

La riña entre Rusia y Ucrania tiene sus orígenes primarios en el fin de la Guerra Fría. La disolución de la Unión Soviética en 1991 llevó a sus 15 repúblicas a un proceso independiente de reestructuración. Para los rusos, la implementación de la democracia resultó tortuosa debido a la desconfianza (aún presente) en el liberalismo occidental.

Como explica José Luis García Aguilar, académico experto de la Ibero Puebla, en Rusia prevalece una nostalgia por el estatus de potencia que ostentaba la URSS, del cual solo queda una nada desdeñable herencia de armamento nuclear. El poder militar de Moscú, conjugado con la retórica nacionalista de Putin, ha encontrado un nuevo enemigo en la Alianza Atlántica (OTAN).

El meollo del conflicto actual radica en los avances de ocupación de ambos frentes. La OTAN, una organización de carácter militar integrada por 29 naciones, ha adherido a países exsoviéticos, lo que desde el Kremlin es tomado como una amenaza geoestratégica para su seguridad nacional. Entre los territorios aspirantes a ingresar a la Alianza figuran Georgia, Boznia y Herzegovina, y Ucrania.

Rusia ve en sus naciones vecinas una “distancia estratégica” del resto de sus potenciales enemigos. Así lo describe la Elvia Laija Olmedo, profesora de Relaciones Internacionales en la Ibero Puebla. El conflicto con Kiev —añade— inició propiamente en 2004 durante las llamadas “revoluciones de colores”, donde se entendió que Ucrania no solo era un puerto marítimo estratégico, sino una frontera cultural entre Oriente y Occidente.

Intervención de la UE

Francia y Alemania han llevado la voz cantante en las mediaciones europeas en el conflicto. García Aguilar entiende que la intervención de Macron y del canciller alemán Olaf Scholz busca matizar las declaraciones del presidente Joe Biden respecto a Rusia. “Ucrania no se debe tocar”, asegura el profesor. Y añade: “Le han hecho saber a Putin que no le conviene [un conflicto armado]”.

Sin embargo, las negociaciones no han iniciado de la mejor manera. De vuelta a la icónica fotografía entre Macron (nuevo líder de la UE tras la salida de Angela Merkel) y Putin, las interpretaciones del encuentro que duró más de cinco horas son divergentes: mientras que en París se asegura que la reunión rindió frutos, los medios de Moscú niegan que el país vaya a recular.

Aunado a ello, la somera intervención alemana ha terminado por desestabilizar a la OTAN, lo cual beneficia al Kremlin. “Lo que está quebrando la Alianza es la reacción tibia de Alemania”, señala Laija Olmedo, quien entiende que los antecedentes de Berlín en conflictos bélicos la vuelven más prudente frente a posibles confrontaciones.

Ambos académicos coinciden en que Rusia ha apostado por llevar el conflicto a sus últimas consecuencias, a la espera de que la OTAN no acepte la solicitud de ingreso de Ucrania y se cumplan otras demandas que Elvia Laija califica como “irreconciliables”. Insiste José Luis García: “Putin tiene mucho que perder”, en alusión a los costos económicos de la riña.

Más allá de las armas

En sus 22 años como protagonista de la política rusa, Vladimir Putin ha impulsado una retórica que busca “refundar Rusia” desde el aspecto ideológico. Esto ha provocado que Moscú niegue desde el discurso la existencia de Ucrania como nación independiente. A ello se suma el nacionalismo profesado por la población de origen ruso que vive en la zona este de Ucrania.

Como respuesta, Kiev ha implementado leyes radicales para eliminar la lengua rusa de los medios de comunicación y borrar todo rastro del comunismo remanente en monumentos, nombres de calles o actividades públicas. La profesora de la IBERO Puebla considera que a Ucrania le ha costado construir un espíritu patriótico, pues “la política exterior de Rusia es meter cizaña donde ya había problemas”.

A nivel global, los costos de esta pugna se ven reflejados en la ruptura de cadenas productivas, incertidumbre financiera y topes en la reactivación económica pos-covid, además de un alza en bienes como el petróleo. García Aguilar y Laija Olmedo, acostumbrados a lidiar con la indiferencia que provocan los asuntos globales, invitan a “estar informados en la medida de lo posible. Las cuestiones internacionales sí nos impactan”.

febrero 10, 2022 - 2:45 pm

Por: Staff

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