Por Víctor Roura
Mi nombre es Lou Prentice
Lo que son las cosas.
Resulta que Santa Claus tiene nombre, apellidos y padres, y nació, sí, en Estados Unidos, no en el Polo Norte.
Pues Santa Claus, tal como lo conocemos ahora, tal como nos lo representan las múltiples imágenes que de él apreciamos en diversos sitios y medios, llevó en vida el nombre de Lou Prentice y era un agente de ventas ya retirado. La cara de Santa Claus es en realidad el rostro de Prentice.
En un comunicado de prensa de la Coca Cola, fechado el 18 de diciembre de 1995 bajo la responsabilidad de Vivian Alegría, Leonor Santillana y Horacio Loyo, se tiene a bien informar sobre el origen del descubrimiento físico de este personaje de oscuro nacimiento… que ya ha dejado de serlo, entonces.
“La imagen actual de Santa Claus fue creada por el artista sueco-estadounidense Haddon Sundblom quien, por solicitud expresa de The Coca Cola Company, fue comisionado para ilustrar imágenes de este personaje que serían utilizadas para la campaña publicitaria de la compañía”.
Antes de las ilustraciones de Sundblom, fallecido en 1976, “no había ninguna interpretación que fuera universalmente aceptada como la imagen de San Nicolás, cuyas interpretaciones variaron desde un duende hasta un temible gnomo”.
Y si bien el origen de esta leyenda aún permanece en la incertidumbre, por sus muchas versiones, ya no nos queda duda de que prácticamente el Santa Claus que todos conocemos es una invención, sí, de la Coca Cola.
San Nicolás “fue descrito por Washington Irving en su libro de 1809: Knickerbocker’s history of New York, quien centró su atención en el folclor de los Países Bajos”. En el libro describe a San Nicolás utilizando “un sombrero bajo, de ala ancha, unos pantalones cortos y holgados estilo flamenco y una larga pipa”.
El duende de Thomas Nast
En 1822 el poeta Clemente Moore escribió unos versos que definen claramente y cimienta la leyenda de San Nicolás, mejor conocido ahora como Santa Claus. En Was the night before christmas, Moore describió, por primera vez, a Santa Claus como “un rechoncho, regordete, diestro y alegre duende”. Moore escribió su famoso poema “Chelsea house” en vísperas de Navidad durante un viaje en trineo, del mercado a su nativa casa, en Manhattan.
Más de cien años después de la publicación de este poema, la concepción de duende de San Nicolás o Santa Claus sufrió muchas variaciones “de la caricatura a la que se alude en este poema”. El caricaturista político Thomas Nast “dibujó una de las primeras versiones de Santa Claus que fue aceptada de una manera más amplia. Esta imagen se publicó en Harper’s Weekly en 1863. Durante los siguientes 23 años, así como al principiar el siglo xx, este Santa Claus duende fue presentado cada temporada navideña en esa publicación”.
El dibujo definitivo de Haddon Sundblom
Veintitrés años después de esta primera aparición pública de Santa Claus, en Atlanta durante 1886, nos recuerda ahora Eduardo Galeano en el segundo tomo de su Memoria del fuego, “John Pemberton, boticario, ha ganado cierto prestigio por sus pócimas de amor y sus lociones contra la calvicie. Ahora inventa una medicina que alivia el dolor de cabeza y disimula las náuseas. Su nuevo producto está hecho a base de hojas de coca, traídas de los Andes, y nueces de coca, semillas estimulantes que vienen del África. Agua, azúcar, caramelo y algunos secretos completan la fórmula. Pronto Pemberton venderá su invento en dos mil trescientos dólares. Está convencido de que es un buen remedio; y reventaría de risa, no de orgullo, si algún adivino le dijera que acaba de crear el símbolo del siglo que viene”.
Acababa de inventar, sin saberlo, la Coca Cola. Y fue esta refresquera la que, en 1930, decide incorporar a este icono navideño en su propaganda.
“El artista Fred Mizen realizó el primer comercial para Coca Cola que incluía a Santa Claus; aquél mostraba un Santa Claus regordete, vestido de rojo y rodeado de niños dentro de una tienda departamental. [Perol En 1931, Haddon Sundblom se alejó de la figura de duende y llevó a cabo un personaje más humano que representaría a Santa Claus en los anuncios que The Coca Cola Company presentaría en los medios de comunicación”.
Un Santa de 88 años
El modelo para su original fue el mentado agente de ventas ya retirado Lou Prentice. El concepto ―no el dibujo, viñeta o ilustración, que es de Sundblom― de este anuncio, en el que se observa a Santa Claus silenciando a un perro que se alegra al verlo para poder él, Santa, no el perro, beber tranquilamente su refresco (“El hombre más ocupado del mundo llega sonriendo después de… la pausa que refresca”, rezaba el texto), fue creado por Archie Lee, de la agencia de publicidad D’Arcy.
Fue, hay que reconocerlo, uno de esos anuncios ingeniosos que no sólo dicen lo que quieren decir sino conforman un personaje, inventan un símbolo que es reproducido de inmediato por los distintos medios de comunicación. (¿Es posible repensar hoy en día a otro Santa Claus que no sea el creado por Sundblom para la coca?)
Desde 1931 (el Santa que conocemos está cumpliendo, por lo tanto, 88 años de edad, apenas), y debido a los trazos plásticos de Sundblom, Santa Claus es el mismito que, por lo menos los del mundo occidentalizado, observamos calcado en los centros comerciales en la temporada decembrina (si se hubiese aceptado la réplica del duende dibujado por Thomas Nast, hoy en día los enanos contarían con una segura fuente de trabajo cada fin de año).
Un anuncio que se convierte en una “persona viva”, en la representación de una leyenda. El mentado agente de ventas retirado, Lou Prentice, nunca supo, ni se imaginó siquiera, que iba a tener una infinidad de dobles repartidos en el planeta (antes incluso de la aparición de la palabra clon). Que su cara, ya que Sundblom la pintó tal cual, es una de las más reproducidas en los medios y buscada por los niños… cuando en vida los chamacos le huían, probablemente, al menor descuido.
Destinos impensados de la vida.
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