El oficial Rob Addea inmediatamente pensó en sus dos hijos pequeños cuando tuvo que responder a una llamada de emergencia en Delray Beach, Florida, y se halló a una mujer atrincherada con sus dos hijos pequeños en la cornisa de su casa.
Addea se colocó directamente debajo y le suplicó a la mujer: “¡Solo vuelve a meter a los niños dentro! Por favor. Por favor. Eso es todo lo que queremos que hagas”.
La mujer de 23 años, quien no ha sido identificada, estaba agitada bajo los efectos de la droga Molly, que según se supo luego le suministró su novio. Además de tener problemas mentales previos, la droga le hizo sufrir alucinaciones. Se llevó a sus hijos -una niña de 3, vestida con un legging y un niño de uno, en pañal- al techo de su casa.
Los vecinos preocupados llamaron al servicio de emergencias 911 al notar que tenía a los niños consigo, ambos descalzos y aterrorizados. Empezaba a llover.
“Parecía que los niños se caerían o serían arrojados del techo por [la mujer] ella misma … lo que les habría causado ciertas lesiones graves y / o la muerte a ambos”, indicó el informe de la policía.
Lo único que los separaba de una caída potencialmente mortal era unos pocos centímetros de la cornisa y un canal muy frágil para la lluvia. Su madre “estaba muy frágil emocionalmente”, dijo la policía, y parecía estar empeorando.
Los oficiales improvisaron un plan para rescatar a los niños y someter a su madre, y este quedó captado en las cámaras de vigilancia corporal. La policía de Delray Beach divulgó el video en su página de Facebook.
“No tienes tiempo para sentarte y pedir tiempo de espera y hacer un plan con algo así”, dijo luego Addea a The Washington Post. “Este es un juego de póquer. Ella tiene todas las cartas. Esos niños, ella podría rechazarlos o podrían caerse en cualquier momento”.
Si la policía irrumpía en la casa y corría escaleras arriba, el movimiento repentino podía asustar a la mujer e impulsarla a que hiciera algo precipitado como lanzar a los niños.
Addea comenzó a hablar con ella.
La mujer pensó que los oficiales le mentían sobre quiénes eran en realidad y que la matarían a ella y a sus hijos. También dijo que alguien había pirateado su teléfono. Para ella, el oficial que le decía que todo estaría bien era uno de los agentes malvados que había venido a buscarla, dijo Addea.
Le aseguró a la mujer que ella no estaba en problemas, que él estaba allí para ayudar y que, sí, que era un oficial de policía real.
Otros oficiales buscaron herramientas para derribar la puerta de la casa, pero una persona que estaba afuera les dio el código de la puerta.
Un poco más tarde los oficiales estaban en la cornisa. “Está bien. Está bien. Policía. Estamos aquí para ayudar, está bien”, dijo uno.
Addea cree que fue el momento más peligroso de todo el encuentro: nadie sabía cómo reaccionaría la mujer a la repentina presencia de oficiales en la cornisa. Y los niños aún eran vulnerables en sus manos.
La mujer comenzó a gritar a los colegas de Addea, el sgto. Brian Griffith y el sargento Mike DeBree, repitiendo sus afirmaciones de que no eran verdaderos policías. Lanzó su teléfono celular al suelo. Griffith le enseñó su placa a la mujer.
DeBree se acercó más a los niños. La cornisa estaba mojada y ligeramente inclinada. Los niños estaban descalzos.
Finalmente DeBree agarró a los niños, que gritaron asustados. “¡Ayúdenme!” chilló la niña. “¡Estoy asustada! ¡No, me va a matar, mamá!”
Lentamente, los niños fueron conducidos por DeBree por la cornisa y entraron al edificio a través de la ventana de un vecino.
Los oficiales forcejearon con la mujer agitada hasta que la esposaron.
Afortunadamente, la acción cuidadosa evitó una tragedia. La mujer se encuentra en un hospital y además enfrenta acusaciones de negligencia, al igual que su novio.
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