Ante el panorama en el que los estudiantes mexicanos pudieran perder entre 1.77 y 2.37 años de estudios en comparación con el nivel alcanzado por sus padres, aún hay acciones que se pueden hacer para revertir dicha proyección comentó a Excélsior Mariana Barrera, investigadora del Centro de Estudios Espinoza Yglesias.
“Hay muchas lecciones México no tiene que inventar el hilo negro, hay muchas lecciones que han adoptado muchos países y hay evidencia que podemos tomar, una de ellas muy importante es los recursos que se tienen que invertir”, puntualizó.
El estudio “La educación ante la pandemia de COVID-19. Vulnerabilidades, amenazas y riesgos en las entidades federativas de México”, detalla que en el 65% de los países con datos comparables de la OECD, durante 2020 confirmaron un aumento en el presupuesto de educación en los niveles de primaria y secundaria.
“Por ejemplo, en Dinamarca, Francia y Hungría se han dedicado fondos adicionales para proteger la salud en las escuelas; en Nueva Zelanda y Francia se ha gastado más en apoyar a los docentes y la educación a distancia ; y, en Australia, Canadá y los Estados Unidos, se han aumentado los préstamos para cubrir los costos adicionales la educación superior durante la pandemia”, señala el documento.
“Medidas correctivas desde tutorías, o más apoyo a los jóvenes que más lo necesitaban dependiendo de su hogar de origen, si eran estudiantes desfavorecidos o refugiados, minorías étnicas, grupos indígenas se focalizó el recurso directo a esos jóvenes que no estaban yendo a clases presenciales pero no se les estaba apoyando, ese apoyo en México se tiene que dar, apoyar a quienes más lo necesitan”, agregó la investigadora Barrera.
Y es que en México no hubo gasto educativo de emergencia en 2020 advierte el documento y plantea que el gobierno federal debe centrar la reactivación del sistema educativo en la recuperación del rezago en aprendizaje que ha generado la pandemia de Covid-19. Y señala que si bien las condiciones para volver a impartir clases en las escuelas hay ejemplos de creatividad desplegados en algunos estados.
Pone por ejemplo a Jalisco donde reabrieron con un programa estatal en el que nueve estudiantes por aula tomaban clases de regularización y actividades culturales y deportivas por un máximo de cuatro días cada dos semanas.
O también el ejemplo de San Luis Potosí, donde las escuelas del Ayuntamiento de la capital recibieron alumnos desde el 24 de marzo con el esquema de “centros comunitarios de aprendizaje” y que fue parte de un plan piloto para establecer protocolos de regreso a clases. El plan preveía que 700 alumnos con el mayor rezago de 21 escuelas fueran atendidos en grupos escalonados de tres a cinco estudiantes que no debían permanecer más de 45 minutos en el aula.
Y aunque el estudio no ejemplifica ninguna acción del gobierno federal en el anteproyecto “Vamos de regreso” que considera diversos ajustes en el calendario 2021-2022, propone que previo al inicio del ciclo 21-22 en los casos que sea posible se establezca un servicio público educativo bajo la modalidad presencial conforme al semáforo epidemiológico, en el cual se llevará el proceso de regularización para estudiantes de primaria y secundaria y sin dar más detalles señala la fecha del 29 de agosto de 2021 para emitir los resultados de las evaluaciones del proceso mencionado.
También propone que el inicio del siguiente ciclo escolar vaya acompañado de un período de evaluación diagnóstica, misma que se extendería hasta la primera evaluación del ciclo escolar 2021-2022, y se realizará un período extraordinario de recuperación para abatir rezagos e insuficiencias en el aprendizaje correspondiente del grado anterior. Prevé que el docente o titular del grupo pueda determinar la ampliación de dicho período estableciendo un plan de atención para aquellos estudiantes que así lo requieran o soliciten.
“Hay muchas cosas que México puede hacer pero se requieren recursos, inyección que no se ha visto tan clara para mejorar esas desigualdades”, concluyó Mariana.
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