El escritor nicaragüense Sergio Ramírez recibió en Alcalá de Henares, España, el Premio Cervantes de Literatura 2017, en un acto en el que defendió a la novela libre de credo político y pensamiento único.
El literato (Masetepe, Nucaragua, 1942) recibió de manos del rey de España Felipe VI el máximo galardón a las letras en lengua española, en una ceremonia solemne en el Paraninfo de la Universidad Alcalá de Henares (al este de la capital española).
El autor centroamericano inició su discurso con una dedicatoria del premio “a los nicaragüenses que en los últimos días han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de jóvenes que siguen luchando, sin más armas que sus ideales, porque Nicaragua vuelva a ser Republica”.
En su mensaje, Ramírez expuso que escribe con las ventanas abiertas porque como novelista no puede ignorar “la anormalidad constante de las ocurrencias de la realidad, tan desconcertantes y tornadizas, y no pocas veces tan trágicas pero siempre seductoras”.
Recalcó que se asoma con curiosidad y asombro a esos paisajes de voces, sombras y con personajes humildes que cargan sus historias, que tantas veces son víctimas del “poder arbitrario y demagógico que divide, separa, enfrenta, atropella, que en su naturaleza compasión ni justicia”.
Manifestó que si bien la historia se ha escrito en contra o a favor de alguien, “la novela en cambio no toma partido, y si lo hace arruina su cometido”.
“El vasto campo de La Mancha es el reino de la libertad creadora. Un escrito fiel a un credo oficial, a un sistema, a un pensamiento único, no puede participar de esa aventura diversa, contradictoria, cambiante, que es la novela. Una novela es una conspiración permanente contra las verdades absolutas”, dijo.
Señaló que la realidad abruma hoy con “caudillos enlutados, disfrazados de libertadores que ofrecen remedio para todos los males, y los del narcotráfico vestidos como reyes de baraja, y el exilio de miles de centroamericanos hacia la frontera de Estados Unidos”.
“Cerrar los ojos, apagar la luz, bajar la cortina, es traicionar el oficio. Todo irá a desembocar tarde o temprano en el relato, todo entrará sin remedio en las aguas de la novela. Y lo que calla o mal escribe la historia, lo dirá la imaginación, dueña y señora de la libertad”, expresó.
“No hay nada que pueda y deba ser más libre que la escritura, en mengua de sí misma cuando pagan tributos al poder, el que cuando no es democrático, solo quiere fidelidades incondicionales”, destacó.
Recordó que él mismo dejó en su momento la literatura inmerso “en la vorágine de la revolución que derrotó a una dictadura” en su país, y fue porque “seguía siendo el niño que viendo una función de títeres ansioso a ayudar a Don Quijote a descabezar malvados”.
“Vivo en mi lengua, en el ancho territorio de La Mancha, según la dichosa frase de Carlos Fuentes, un territorio verbal y a la vez una mancha indeleble. La Mancha que no se deslíe ni se borra. La escritura manchada, contaminada de belleza, de verdades, de ilusión y realidad, de iniquidades y grandeza”, señaló.
Ramírez dedicó gran parte de su discurso a Rubén Darío, una de las grandes referencias de su vida, y la forma en que abordó la obra de Miguel de Cervantes, y cómo todo ello lleva a entender la poesía, la prosa, la realidad y la ficción que proporciona la literatura, más aún en la Centroamérica caribeña.
“Centroamérica es el Caribe, ese espacio de milagros verbales, donde los portentos pertenecen a la realidad encandilada y no a la imaginación. En el Caribe toda invención es posible, desde luego la realidad es ya una invención de sí misma”, subrayó.
“En mi caso me declaro voluntariamente un poeta”, dijo al destacar que la poesía es inevitable en la sustancia de la prosa, la que necesita de ritmos y de música invisible”.
Ramírez es el escritor número 43 que recibe este galardón, actualmente dotado de 125 mil euros, que se concede desde 1976 y que en 1979 se otorgó por única ocasión “ex aequo” a Jorge Luis Borges y Gerardo Diego.
La premiación estuvo encabezada por los reyes de España Felipe VI y Letizia; el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy; el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Iñigo Méndez de Vigo, el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo y numerosas personalidades políticas y culturales.