Orgullo nacional, reconocida internacionalmente “como la más bonita del mundo”, la Bandera Nacional constituye una representación del país, símbolo de las luchas del pueblo mexicano que sintetiza su libertad; fue ondeada por los consumadores de la Independencia y los defensores de la soberanía en la proclama de Leyes de Reforma y en la Revolución Mexicana.
En 1823 se incorporó a la Bandera el Escudo Nacional, el cual tuvo modificaciones durante los dos primeros imperios mexicanos –Agustín de Iturbide (1822-1823) y Maximiliano de Habsburgo (1863 y 1867). Ambos signos identitarios, junto con el Himno Nacional, entonado por primera vez el 15 de septiembre de 1854, en el Teatro Nacional, constituyen los símbolos máximos que animan y comprometen a los mexicanos.
Javier Torres Medina, académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, recordó que a lo largo de los últimos 200 años, México ha tenido cuatro banderas, con varias modificaciones y cambios en el diseño. Para muchos autores, aunque no es una bandera, la primera fue el estandarte de la virgen de Guadalupe que empuñó el cura Miguel Hidalgo en 1810, en el inicio del movimiento de Independencia, su importancia radica en su papel de convertirse en símbolo insurgente más allá de un signo religioso.
Sin embargo, agregó, fue hasta el 27 de septiembre de 1821, con la entrada triunfante del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, dando así por consumada la lucha de Independencia que Agustín de Iturbide adoptó la bandera tricolor del primer gobierno mexicano, a la que se le consideró como la segunda Bandera Nacional.
Resaltó que la bandera Trigarante tuvo varios diseños, con o sin estrellas, o aquella con el escudo que decía “unión, libertad y religión” que simbolizan los tres colores: religión (blanco), independencia (verde) y unión (rojo), ideales del Plan de Iguala concebido por Agustín de Iturbide en febrero de 1821 y que dio como resultado un proceso de conciliación y acercamiento entre diferentes facciones que estaban opuestas.
Incluso, abundó, los colores están dispuestos en forma diagonal: blanco, verde y rojo; hasta 1824 fueron dispuestos en forma vertical y se colocó el blanco al centro, lo que significó una tercera bandera.
Al inicio esos colores tuvieron una raigambre, un origen religioso, porque simbolizaron las virtudes teologales: esperanza, fe y caridad, las cuales estuvieron y están simbolizadas en la Catedral de México, incluso el propio Escudo.
De hecho, estos símbolos están ligados al ámbito religioso, “no pudo ser de otra manera porque todos estos movimientos de insurgencia tenían una base religiosa; no olvidemos que eran curas criollos quienes iniciaron estos movimientos de insurgencia”, indicó.
Aunque el escudo no surgió propiamente en 1821, cuando se creó la bandera Trigarante, sino tiempo atrás. “De hecho, la alegoría que significa la fundación de México Tenochtitlan, no dejó de usarse desde la época colonial”.
En 1968 se efectuó el último cambio en la Bandera y fue en el Escudo; además, se estableció la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, que regula las características y difusión de los símbolos patrios. “Por ello los mexicanos no la usamos mucho, en términos cotidianos, como los hacen los estadounidenses, quienes utilizan la suya hasta en trajes de baño», apuntó.
A lo largo de la historia, las banderas han tenido que ver con una serie de narrativas nacionalistas, patrióticas, con eso que Brian Connaughton, doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, dice: “pasamos de la desacralización de lo religioso a la sacralización de lo cívico”, refirió Torres Medina, especialista en Historia Económica.
Ahora vamos al Altar a la Patria a llevarle una ofrenda floral al héroe nacional. “Entonces, vamos a sacralizar lo cívico, como las fiestas oficiales y como nuestra Bandera sagrada, un símbolo de unión, que, aunque vivamos en un Estado laico, no se ha desligado del todo de la religiosidad”, manifestó.
Corresponde a los historiadores difundir este conocimiento basado en una narrativa fundamentada en hechos históricos que aporte un conocimiento más profundo de nuestra historia nacional para no caer en maniqueísmos, en estas xenofobias que nos llevan a considerar que la Bandera o el Escudo más bonitos del mundo son los de México.
El Himno Nacional en la historia
De acuerdo con el Archivo General de la Nación, al igual que los otros símbolos patrios, el Himno cumple la función de cohesionar social, política y culturalmente al pueblo. A lo largo de la historia, México tuvo varios himnos, que por una u otra razón terminaron en el olvido debido a las pugnas entre liberales y conservadores.
Entre los primeros de los que se tiene registro, fue la marcha de José Torrescano, en 1821, previo a la consumación de la Independencia, con motivo de la capitulación de Querétaro ante las fuerzas de Iturbide, y la Garmendia, en Tulancingo, compuesta para exaltar las virtudes del emperador Iturbide; no obstante, no tuvieron trascendencia.
Durante el último periodo presidencial de Antonio López de Santa Anna, de 1853 a 1855, se realizó un concurso para crear un himno nacional. De los participantes destacaron la musicalización del compositor Jaime Nunó y la lírica de Francisco González Bocanegra, ambas partes constituirían el actual Himno Nacional, interpretado por primera vez en el Teatro Nacional, en septiembre de 1854.
Al respecto, el académico universitario recordó que curiosamente contenía dos estrofas: una donde se hablaba del expresidente López de Santa Anna, que fue retirada y, otra, del primer emperador de México, Agustín de Iturbide. Sin embargo, “no se mencionan ni a Hidalgo ni a Morelos”.
El Himno quedó en el olvido por más de 20 años hasta que, durante el mandato de Porfirio Díaz, fue retomado para su interpretación en ceremonias oficiales. Originalmente estuvo compuesto por 10 estrofas y un coro, pero con el tiempo y hasta hoy, solo se interpretan cuatro, además del coro.
Más allá de la controversia de si se pagan o no derechos de autor por la ejecución del Himno Nacional Mexicano, “pues se trata de un litigio sin fundamento, sobre todo cuando las obras ya no tienen una vigencia autoral, lo interesante fue que a finales del siglo XIX, cuando habían pasado muchos años, se localizó a Jaime Nunó en Estados Unidos, creador de la música del Himno Nacional”.
En 1904, por invitación de Porfirio Díaz, volvió a México donde se le realizó un homenaje, como parte de las celebraciones del cincuentenario del Himno. Nunó murió en Nueva York en 1908; el gobierno mexicano mandó exhumar sus restos para trasladarlos a la Rotonda de las Personas Ilustres, en la Ciudad de México, al lado de los de Francisco González Bocanegra.
Escudo Nacional
Recordó que el águila erguida sobre el nopal devorando la serpiente, que forma parte del Escudo Nacional, es una imagen prehispánica que simboliza la fundación de México Tenochtitlan durante la etapa colonial, la cual que se reforzó cuando los congresos independistas y autonomistas en Zitácuaro y los de Chilpancingo retomaron ese signo prehispánico para borrar 300 años de la Colonia.
Lo anterior le otorgó a la insurgencia, al proceso de independencia, una raigambre, una fuerza que venía desde la formación de este pensamiento criollo americano, de descendientes de españoles, pero nacidos en estas tierras, en la Anáhuac, en el México heredado por los antiguos mexicanos.
Lo interesante es que ese símbolo mexica representaría a una nación, no solo a la Ciudad de México, y se retoma después del Congreso Constituyente de 1823-1824, expuso.
El Escudo muestra tres símbolos de la identidad mexica: el nopal, el águila y la serpiente, en referencia al relato de peregrinación desde Aztlán, hasta la fundación de Tenochtitlan, así como el águila devorando la serpiente que alude a la victoria del Sol sobre sus enemigos
De acuerdo con información del Archivo General de la Nación, durante los siglos XIX y XX el Escudo Nacional tuvo varias transformaciones. El diseño actual es obra de los artistas Francisco Eppens Helguera y Pedro Moctezuma. La Bandera Nacional vigente fue adoptada el 17 de septiembre de 1968 y se decretó el 24 de febrero como el Día de la Bandera.
Los mexicanos tenemos un enorme cariño patriótico y cierta veneración popular hacia los símbolos patrios; “está muy acendrado nuestro nacionalismo y, en algunos momentos, hemos sido criticados por ello. Sin embargo, debemos tomar en cuenta que tenemos al lado a un vecino cuya cultura es avasalladora e incluso transgrede otras culturas”, remarcó.
Por último, señaló que los mexicanos también tenemos una cultura impresionante, rica, variada e importante a nivel mundial, de ahí proviene nuestro nacionalismo, porque se construye a partir de la otredad, pero también de la centralización de una hegemonía simbólica y de rechazo hacia la xenofobia y el chovinismo.