El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, llegó al poder hace 20 años impulsado por la indignación pública hacia el anterior gobierno por su gestión de un terremoto letal.
Ahora, a tres meses de unas elecciones, el futuro político de Erdogan podría depender de cómo perciba la opinión pública la respuesta de su ejecutivo a una catástrofe natural igual de devastadora.
“Va a ser un gran reto para Erdogan, que se ha forjado una imagen de figura autocrática, pero eficiente, que hace su trabajo”, indicó Soner Cagaptay, un experto en Turquía del Washington Institute y autor de varios libros sobre el político.
Las secuelas de un potente temblor no son el único paralelismo con las elecciones de 2002. Entonces, Turquía estaba inmersa en una crisis financiera que castigaba a su economía.
En la actualidad, la economía turca se ve golpeada por una inflación disparada, y Erdogan recibió críticas generalizadas por su manejo de una situación que ha dejado a millones de ciudadanos pobres y de clase media con problemas para llegar a final de mes.
Los rivales políticos de Erdogan ya han comenzado a cargar contra la respuesta de su ejecutivo al sismo, alegando que en las dos últimas décadas no ha preparado al país para lo inevitable. Los expertos apuntan a la laxitud en la aplicación de los códigos de construcción como una de las principales razones para la elevada mortalidad de los terremotos de esta semana.
Pero a menos de 100 días para los comicios, sus rivales no han presentado todavía un candidato.
El recuerdo de cómo Bulent Ecevit, el difunto primer ministro, perdió el poder por su mala gestión de los desastres financieron y naturales hace 20 años debe estar presente en la mente de Erdogan mientras trata de contener los mismos problemas en la actualidad, según los analistas.
Al terremoto de magnitud 7,8 registrado el 6 de febrero le siguió otro igual de potente unas nueve horas más tarde. En total, más de 24.000 personas han fallecido en las regiones afectadas de Turquía y Siria.
La devastación se extiende por una amplia franja del sureste de Turquía que abarca 10 provincias y ha puesto a prueba la capacidad de los equipos nacionales y extranjeros para ejecutar las labores de rescate con rapidez. En los primeros días tras el sismo, la televisora turca y las redes sociales mostraron a gente esperando impotente junto a montones de escombros con temperaturas gélidas, o utilizando sus propias manos para abrirse paso entre los restos.
“Todavía tenemos que ver el resultado de las labores de ayuda, si continúan las temperaturas negativas, si aumentan los muertos, si la ayuda internacional que está llegando puede marcar la diferencia”, agregó Cagaptay.
Erdogan, quien visitó la región esta semana, admitió algunas deficiencias en las primras fases del operativo, pero insitistó en que todo estaba ya bajo control.
“Si la respuesta a la catástrofe es contundente, el gobierno se verá recompensado, probablemente en las urmas. Si es deficiente, será lo contrario”, indicó Timothy Ash, un analista de BlueBay Asset Management en Londres, en un correo electrónico.
Ecevit achacó la débil respuesta al terremoto de 1999, que dejó alrededor de 18.000 muertos, a la inmensidad de la destrcción. Del mismo modo, Erdogan dijo que la respuesta al sismo de esta semana, que describió como “el más potente en la historia de esta geografía”, se ha visto obstaculizada por el clima invernal y por la destrucción de un aeropuerto clave, lo que complicó el acceso rápido a quienes estaban atrapados entre las ruinas.
“No es posible estar preparado para un desastre así”, declaró el mandatario, que prometió que “no dejaremos a ninguno de nuestros ciudadanos desatendido”.
Aunque hasta el momento el accidentado operativo no haya sido positivo para la reputación de Erdogan, los analistas sostienen que está a tiempo de darle la vuelta a la situación antes de los comicios previstos para el 14 de mayo.
“Tiene los resortes del Estado a su disposición y la política turca no estaba en igualdad de condiciones antes del sismo”, explicó Hamish Kinnear, analista de Oriente Medio y el Norte de África para la consultora de riesgo Verisk Maplecroft, a través de un correo electrónico.
Inmediatamente después del terremoto, Erdogan declaró el estado de emergencia por tres meses, lo que le permite “prodigar el gasto público” en esas zonas, agregó Kinnear, que considera que la reelección del mandatario es todavía probable.
Erdogan ha prometido donar 10.000 liras turcas (530 dólares) a los afectados, además de subvencionarles el alquiler. El viernes, anunció que se destinarán otros 100.000 millones de liras (5.300 millones de dólares) a las tareas de reconstrucción.
En las últimas elecciones presidenciales y parlamentarias de 2018, Erdogan y su alianza parlamentaria ganaron por una abrumadora mayoría en siete de las 10 provincias devastadas esta semana. Y en los últimos años ha promovido cambios que eliminaron los controles y equilibrios entre los distintos poderes del Estado para concentrar más poder en la presidencia.
En Turquía, la libertad de expresión está limitada y el gobierno controla en gran medida los medios, lo que ha hecho que las televisoras emitan principalmente escenas de “rescates milagrosos” mientras parecen censurar las de penalidades.
Para hacer frente a la asfixiante inflación, Erdogan incrementó el salario mínimo, las pensiones y los salarios de los funcionarios. Aunque estas medidas podrían haber sido populares entre los votantes, otras le han supuesto duras críticas.
Con información de AP
Foto: SRE