La democracia, más que un medio para el desarrollo, es uno de sus fines; sin embargo, “no ha sido ni necesaria, ni suficiente y ni siquiera deseable para el desarrollo, pero en América Latina es ineludible”, afirmó el expresidente de Ecuador, Rafael Correa.
Durante su participación en la cátedra extraordinaria “(Re) pensando la democracia en el mundo actual: una visión histórica, global e interdisciplinaria”, organizada por el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) y la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM, el también catedrático dijo:
Existen varias definiciones de democracia porque hay distintas, por ejemplo aquella en la que se delega el poder a una persona o grupo con consentimiento de la población: “el pueblo para el pueblo”.
En su clase magistral “Democracia y desarrollo” ofrecida a estudiantes de licenciatura de 12 carreras de la UNAM, precisó que de acuerdo con la Carta Democrática Interamericana de la Organización de los Estados Americanos, los requisitos mínimos para que ésta se dé es el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales.
Además, el Estado de derecho; las elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas, además de la separación e independencia de los poderes.
Ante el titular del PUEDJS, John Ackerman, quien hizo la presentación del catedrático y le dio la bienvenida, Correa afirmó que el desarrollo también es un proceso político y de cambio cultural, que significa modificar la relación de poder en función de las grandes mayorías y “la peor falta de división del poder es cuando el poder privado se apodera de lo público, que es la razón de ser del bien común. En América Latina se trata de luchar contra eso y es muy difícil”.
El también doctor en economía manifestó que entre los peligros para la democracia destacan las democracias mercantilizadas, es decir, poner a la sociedad en función del mercado cuando debe ser al revés; las democracias mediatizadas, en las que hay una falta de ética y profesionalismo en el periodista porque debe suministrar el derecho de la gente a estar informado y no manipular los datos; y las democracias “oenegizadas”, en las cuales el país colapsa porque no aprovecha los recursos que tiene.
Puede haber desarrollo económico sin democracia, pero para lograr una mejor democracia para el desarrollo es necesaria la formación, información y valores; no obstante, también al superar la democracia ficticia en función de unos cuantos “para ir a la plebeya, la que da poder a aquellos sin abolengo”, concluyó Rafael Correa.