Los Ángeles, 3 Nov (El Informador).- Los fans de Taylor Swift tienen estos días buenas razones para estar contentos.
La estrella del pop volverá a grabar sus primeros discos, lo que le devolverá el derecho de cantar sus propias canciones.
Pese a haber escrito y compuesto los temas de sus seis primeros álbumes, Taylor Swift, la artista que más ha vendido en esta década, no podía interpretarlos libremente.
«(Se trata de) la música que escribí en el suelo de mi habitación y los videos que soñé y pagué con el dinero que gané tocando en bares, luego en discotecas y después en estadios», dijo la estrella.
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Es esta compañía la que posee los derechos de los seis álbumes que la estadounidense lanzó entre 2006 y 2017, y que la hicieron famosa.
Los problemas para ella comenzaron cuando los mánagers Scooter Braun y Scott Borchetta, quienes también representan a Ariana Grande, Justin Bieber y Demi Lovato, compraron parte de Big Machine en una operación que incluía los derechos de las canciones de Swift por US$300 millones.
Scotter Braun compró buena parte de la obra musical de Swift en junio de 2019. GETTY IMAGES
La cantante denunció que ambos le impedían interpretar temas de sus discos anteriores y dijo que también estaba en peligro de no realizarse un documental sobre su vida para Netflix, porque Braun y Borchetta prohibían regrabar los temas o utilizarlos para el audiovisual.
Sin embargo, el contrato firmado cuando era una adolescente no decía nada sobre nuevas versiones, por lo que Swift podrá regrabar sus temas a partir de noviembre de 2020, tal y como anunció en medios estadounidenses.
Con esta maniobra, la estrella del pop tendrá los derechos de las nuevas versiones de los álbumes Debut, Fearless, Speak now, Red y 1989.
La reacción de sus fans no se hizo esperar y durante el domingo la cantante se convirtió en trending topic con la etiqueta #TaylorIsFree (Taylor es libre).
«Muchas de esas canciones serán una pequeña mina de oro en el streaming, porque son éxitos de la música pop que sobreviven en el tiempo, y que serán transmitidas en internet los próximos 20, 30 o 40 años», explicó al principio de la polémica Mark Sutherland, editor de la publicación sobre el comercio musical Music Week.