Si se contabilizan los ahorros por traslado, reducción de accidentes y tiempo productivo, un día de teletrabajo podría generar un ahorro de hasta 573 millones de pesos.
Uno de los principales legados de la pandemia de coronavirus ha sido el teletrabajo como modalidad de empleo viable. Entre los principales efectos del éxodo de las oficinas destacó una perceptible disminución en los índices de contaminantes, particularmente en la zona metropolitana del valle de México.
Aunque no tan duradera, la mejora en la calidad del aire inspiró un proyecto coordinado por el Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente Xabier Gorostiaga, SJ (IIMA) de la Ibero Puebla que pretende abonar a la creación de un nuevo Programa para Contingencia Ambiental para la zona.
Algunos de los programas para reducir las emisiones de contaminantes de los vehículos privados han arrojado resultados favorables. El Dr. Luis Gerardo Ruíz, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, aseguró que es necesario elevar las estrategias hacia asuntos relacionados con justicia social, género y sostenibilidad.
Para Alejandra Elizondo, profesora e investigadora del CIDE, el coronavirus instaló un laboratorio para el estudio del trabajo a distancia como estrategia para explotar el binomio costo-beneficio en temas económicos y ambientales. “El trabajo en casa requiere conectividad. Muchas personas necesitan apoyos adicionales. Hay criterios emitidos por el gobierno que nos dieron la pauta de las consideraciones que hay que tener”.
Al observar las dinámicas laborales en un día común, el equipo de investigación constató que no todas las ocupaciones pueden migrar al teletrabajo por la naturaleza de sus responsabilidades. Quienes sí pudieron quedarse en casa reportaron ahorros significativos en tiempo y dinero relacionado con el traslado, lo que redunda en una disminución de emisiones de gases, pero también de accidentes de tránsito.
Por otro lado, la eficiencia laboral se presenta como la discordia entre entusiastas y detractores del modelo. El teletrabajo supone entremezclar las obligaciones domésticas con las profesionales, lo que puede impactar negativamente en los índices de productividad.
Un análisis desagregado de la población ocupada en México, realizado también por el equipo del IIMA, indica que mientras las áreas de servicios financieros y de seguros pueden integrarse al teletrabajo sin complicaciones, los proveedores de servicios de esparcimiento, culturales y artísticos no podrían trabajar desde casa.
De acuerdo con Vladimir Rodríguez, de las casi 10 millones de personas que trabajan en el valle de México, solo 4.2 millones podrían migrar al teletrabajo. El economista del CIDE indicó que laborar desde casa podría generar un ahorro de hasta 312 millones de pesos diarios en traslados, lo que también supondría evitar la emisión de 8,793 toneladas de dióxido de carbono.
En cuanto a los costos, los investigadores contemplaron la adquisición de equipo de cómputo, los servicios de infraestructura y la potencial pérdida de productividad laboral. Dichos factores implicarían gastos de 317 millones de pesos diarios. Por lo tanto, el beneficio económico neto sería de 255 millones por jornada laboral.
Desde el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) se pretende aprovechar los conocimientos científicos para la implementación de políticas públicas. El director de Economía Sectorial de esta instancia, el Dr. Abraham Ortinez, aseguró que el diálogo entre los sectores público y académico es esencial para construir cambios sustanciales.