Es necesario contar con una política de Estado integral e intersectorial para lograr un sistema agroalimentario sustentable que garantice la seguridad alimentaria y genere entornos que contrarresten la epidemia de sobrepeso y obesidad, afirmó el director general del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece), Ruy López Ridaura.
Dio a conocer que la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2018) muestra que 75.2 por ciento de la población, es decir, 62.1 millones de personas mayores de 18 años, tienen peso no saludable; de éstas, 29.8 millones viven con obesidad (36.1 por ciento) y 32.3 millones, con sobrepeso (39.1 por ciento).
“La obesidad se está normalizando, ya que solamente una cuarta parte de la población tiene peso saludable con niveles de índice de masa corporal por debajo de 25 kg/m². Lo que causa esta epidemia creciente de sobrepeso y obesidad, así como de enfermedades crónicas, es la alimentación”, dijo López Ridaura.
Consideró que el reto para la transformación de raíz del sistema agroalimentario es la aprobación de una ley que garantice el derecho a una alimentación saludable y que impacte en el sistema de salud.
En el marco de la 30 Conferencia de Autosuficiencia Alimentaria «El derecho fundamental a una alimentación suficiente, saludable y culturalmente pertinente» convocada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), López Ridaura reconoció el trabajo del Grupo Intersectorial de Salud, Alimentación, Medio Ambiente y Competitividad (Gisamac), para avanzar en la transformación del sistema agroalimentario sustentable.
Se pronunció por la institucionalización del Gisamac para proteger los avances intersectoriales y vigilar coordinadamente el cumplimiento de objetivos clave para el avance de la agenda en materia de alimentación y salud.
El director general del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), Juan Rivera Dommarco, habló sobre la mejora de la alimentación infantil desde la perspectiva de la salud pública. En ese contexto, la leche materna es la mejor fuente de nutrientes desde el nacimiento hasta los seis meses de edad, reduce el riesgo de obesidad a largo plazo y aporta elementos inmunológicos, “es como si los niños se aplicaran una vacuna que se produce diariamente”, comentó.
Los primeros 1000 días de vida, explicó, es una etapa fundamental para el crecimiento, desarrollo, estado de nutrición y para habituarse a sabores y texturas que promuevan una alimentación saludable.
Al comparar las prevalencias de sobrepeso y obesidad de niñas y niños de 5 a 11 años entre 2012 y 2018, existe disminución del sobrepeso y aumento de obesidad, mientras que en la población adolescente ambos indicadores se incrementaron en ese periodo.
También indicó que cerca de 70 por ciento de azúcar adicionada que se consume en México proviene de bebidas azucaradas. Solo la población infantil consume azúcares y productos chatarra desde edades tempranas: 12 por ciento de niñas y niños de seis meses; 36 por ciento de quienes tienen de seis a 11 meses y 65 por ciento de los de 12 a 23 meses.
El director general del INSP puntualizó que se requiere un paquete integral de acciones que promuevan entornos escolares sanos a través del impuesto a refrescos, etiquetado frontal de advertencia, evitar la publicidad dirigida a población infantil, orientación alimentaria adecuada, promoción de la actividad física y estrategias de comunicación enfocadas en promover la adopción de la alimentación saludable y sostenible.
Reconoció el trabajo de Gisamac en el desarrollo de estas estrategias, incluido el fomento de la producción, distribución, abasto de alimentos saludables y mínimamente procesados.
Finalmente, llamó a establecer un acuerdo regional para la protección de la salud de las y los niños: “tenemos la obligación de protegerlos, el derecho a la alimentación saludable se une al derecho a la protección de la infancia”, puntualizó.