El miedo y la falta de respuesta de los partidos políticos históricos a las demandas reales de los ciudadanos han permitido el avance de la ultraderecha en Europa, un movimiento que amenaza la unidad del continente en las elecciones que se celebrarán del 23 al 26 de mayo.
La sociedad del viejo continente siente inseguridad por factores como la crisis económica que golpea la zona, el terrorismo de radicales islámicos, la migración y la globalización, así como la pérdida de identidad que implican las últimas dos. Todo en detrimento de la Unión Europea que nació el 1 de noviembre de 1993.
Tal realidad ha hecho crecer movimientos ultraderechistas como Vox (España), el Frente Nacional (Francia), la Liga Norte (Italia), el Partido Liberal (Austria), Alternativa para Alemania (Alemania), el Movimiento por una Hungría Mejor y los Demócratas Suecos.
Casos similares son el Partido Popular Danés, el Partido del Pueblo Suizo, y Ley y Justicia de Polonia, agrupaciones que han ganado espacios en sus respectivos países al grado de que en algunos casos cogobiernan con la tradicional socialdemocracia que ha detentado el poder por años.
De acuerdo con información dada a conocer por Ana Leza en el periódico español El Diario, en las más recientes elecciones generales de sus respectivos países las formaciones ultraderechistas obtuvieron los siguientes resultados:
Demócratas Suecos 12.9 por ciento del total de los votos en 2014; Ley y Justicia de Polonia (37.6), Partido del Pueblo Suizo (29.4) y el partido Popular Danés (21.1) en 2015; Alternativa para Alemania (21.6) en 2017; mientras que en 2017 el Frente Nacional de Francia ganó 21.3 y el Partido Liberal de Austria 26.0.
Ya en 2018, el Movimiento por una Hungría Mejor alcanzó 19.1 por ciento del total de los sufragios y la Liga del Norte de Italia avanzó a 17.4, logrando, por ejemplo, que Matteo Salvini fuera electo como vicepresidente y Ministro de Interior.
Otro golpe fuerte lo dio el Partido Liberal de Austria, pues la votación obtenida en 2017 permitió que su máximo representante, Heinz-Christian Strache, fuera designado vicecanciller y ministro para la Función Pública y Deportes.
En Hungría, la ultraderecha detenta el poder desde 2010. En el diario ABC de España, el también periodista Luis Cano anotó que la cereza del pastel la puso Finlandia, pues en las elecciones parlamentarias del pasado 14 de abril el ultraderechista Verdaderos Finlandeses obtuvo 17.5 por cierto de la votación, apenas a dos décimas de ser el partido con mayor apoyo.
Hace notar que la ultraderecha “obtiene en cada elección una mayor representación parlamentaria” y recuerda sus rasgos en común: “críticas a las políticas migratorias, cuestionamiento de la Unión Europea, un nacionalismo firme”, rechazo a la globalización, mayor proteccionismo económico y críticas al feminismo y a las políticas LGBTTTI.
Leza recuerda que “si además las condiciones laborales son precarias y el trabajo escasea, la aparición del racismo es cuestión de tiempo”.
Sobre el tema, Josef Joffe, director del semanario alemán Die Zeit, señala un elemento más en el común de los votantes ultraconservadores: el resentimiento y la protesta ante los partidos tradicionales que, piensan, no han dado respuesta a sus demandas.
Argumenta lo anterior al referir que “solo un 34 por ciento de los votantes de AfD (Alternativa para Alemania) se inclinaron por el partido por convicción. Más del doble votó por ellos por simple decepción con los partidos establecidos. La misma lógica es aplicable al resto de Europa”.
En el fondo, indica, está la inestabilidad económica, pues si hace 20 años la socialdemocracia subió al poder de la mano de la clase trabajadora, ahora esa fuerza decrece al mismo ritmo que lo hace la contribución al Producto Interno Bruto (PIB) del sector industrial de la economía.
“Esa aportación ha caído de un 35 por ciento a alrededor de 15 por ciento a lo largo de los últimos 50 años en Occidente”, además que “está perdiendo su único argumento de venta, la redistribución y el Estado de bienestar”.