Un año después de que se registrara por primera vez la presencia del virus en el país, India informó el sábado del menor número de casos activos de COVID-19 en siete meses.
Hace un año, un estudiante del estado sureño de Kerala dio positivo en la prueba de COVID-19 tras regresar a India procedente de Wuhan, la ciudad china en la que se detectó el virus por primera vez.
Para detener su propagación, el Gobierno del primer ministro Narendra Modi impuso a finales de marzo un confinamiento nacional para los 1.300 millones de habitantes del país.
El confinamiento, durante el cual se prohibieron los viajes nacionales e internacionales y se cerraron fábricas, escuelas, oficinas y todos los comercios que no suministraran servicios esenciales, paralizó la economía india, que se contraerá un 7,7% en el actual ejercicio fiscal hasta el 31 de marzo.
El ejecutivo indio empezó a suavizar las restricciones en junio.
Hasta abril de 2020 la India registraba pocos casos, pero a partir de mayo las cifras empezaron a aumentar y a mediados de septiembre alcanzaron un máximo de cerca de 100.000 contagios diarios.
El ritmo de propagación se ha ralentizado significativamente desde septiembre y el sábado se registraron 13.083 nuevos casos, una de las cifras más bajas de las que se tiene constancia y que supone un descenso respecto a los más de 20.000 diarios de principios de mes, según datos sanitarios federales.
India tiene alrededor de 170.000 pacientes activos de COVID-19, la cifra más baja desde junio de 2020. Ha registrado 10,7 millones de infecciones y 154.147 muertes, una de las tasas de mortalidad más bajas del mundo, atribuida en parte a su población relativamente joven.
El país ha registrado el mayor número de casos de coronavirus en el mundo después de Estados Unidos y, con una tasa real de infección probablemente más alta, un estudio sugiere que hay zonas de la India que han alcanzado la inmunidad de rebaño a través de la infección natural.
La India inició su programa de inmunización el 16 de enero, empezando por el personal sanitario, y el objetivo es llegar a 300 millones de personas para julio-agosto.
El país más poblado del mundo después de China ha vacunado a unos 3,5 millones de trabajadores sanitarios en las dos primeras semanas de la campaña.
Reuters