El Papa Francisco calificó como “una de las más grandes blasfemias” invocar a Dios como garante de los propios crímenes, usarlo para justificar el homicidio, la matanza, la reducción en esclavitud, la explotación, la opresión y la persecución de personas y enteras poblaciones.
Esto en un discurso pronunciado ante los participantes en la conferencia “Atacando la violencia cometida en nombre de la religión”, a quienes concedió este viernes una audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano.
Entre otras cosas, el pontífice afirmó que la violencia es la negación de toda auténtica religiosidad y, por eso, los líderes espirituales están obligados a denunciar las violaciones contra la dignidad humana y contra los derechos humanos.
“La violencia publicitada y ejecutada en nombre de la religión no puede sino provocar descrédito hacia la religión misma; como tal, debería ser condenada por todos y, con especial convicción, por el hombre auténticamente religioso”, insistió, hablando en italiano.
Más adelante, tildó de “falsificación idolátrica de Dios” la búsqueda de dar justificaciones espirituales al odio, porque –sostuvo- Dios es solamente bondad, amor, compasión y, en él, no puede haber espacio para el odio, el rencor y la venganza. Llamó a todo líder religioso a desenmascarar cualquier intento por manipular a Dios con objetivos que nada tienen que ver con él y su gloria.
“Urge afirmar, sin cansarse, que toda vida humana tiene en sí misma un carácter sagrado, merece respeto, consideración, compasión, solidaridad, sin importar la etnia, la cultura, la orientación ideológica y política”, siguió.
Por eso, el Papa instó a líderes políticos y responsables religiosos, profesores y operadores de la educación a empeñarse juntos en la formación y la información, para advertir a cualquiera que esté tentado por estas “formas de religiosidad desviadas”, que ellas “nada tienen que ver con la religión verdadera”.