Correspondencia recién descubierta sugiere que el papa Pío XII, que dirigió la Iglesia católica durante la Segunda Guerra Mundial, recibió información detallada de un jesuita alemán de su confianza que apuntaba que hasta 6.000 judíos y polacos estaban siendo gaseados cada día en la Polonia ocupada por Alemania, lo que socava el argumento del Vaticano de que no pudo verificar los reportes diplomáticos de las atrocidades nazis para denunciarlas.
La documentación de los archivos vaticanos, publicada este fin de semana por el diario italiano Corriere della Sera, podría avivar el debate en torno al legado de Pío y su campaña de beatificación, que está estancada.
La figura de Pío XII divide desde hace años a los historiadores: sus defensores sostienen que se valió de una diplomacia discreta para salvar vidas judías, mientras que sus detractores afirman que guardó silencio durante el Holocausto.
El Corriere reprodujo una carta fechada el 14 de diciembre de 1942 enviada por un sacerdote jesuita alemán al secretario de Pío, que está incluida en un nuevo libro sobre los archivos del papado de Pío, abiertos recientemente, escrito por Giovanni Coco, investigador y archivista en el Archivo Apostólico Vaticano.
En declaraciones al diario, Coco afirmó que la carta es importante porque representa una detallada correspondencia acerca del exterminio de judíos por parte de los nazis de una fuente eclesiástica informada en Alemania, que formaba parte de la resistencia católica contra Hitler que pudo hacer llegar informaciones de otro modo secretas al Vaticano.
La misiva del sacerdote Lothar Koenig al secretario papal, Robert Leiber, que también era un jesuita alemán, está escrita en alemán y se dirige a Leiber como “Querido amigo”. El texto indica que los nazis estaban asesinando a hasta 6.000 judíos y polacos al día en Rava Ruska, una ciudad de la Polonia de preguerra que ahora está en Ucrania, y llevándolos al campo de exterminio de Belzec.
Según el Museo y Memorial de Belzec, que se inauguró en 2004, un total de 500.000 judíos murieron en el campo. De acuerdo con su web, unos 3.500 judíos de Rava Ruska habían sido enviados al campo a principios de 1942, y entre el 7 y el 11 de diciembre se liquidó el gueto judío de la ciudad. “Entre 3.000 y 5.000 personas fueron baleadas allí y entre 2.000 y 5.000 fueron llevadas a Belzec», explica la página.
La fecha de la carta de Koenig es importante porque sugiere que la correspondencia de un jesuita de confianza llegó a la oficina de Pío en las mismas tres semanas previas a la Navidad de 1942 en las que el pontífice recibió múltiples cables diplomáticos de los enviados británicos y polacos en la Santa Sede que reportaban que un millón de judíos habían sido asesinados hasta entonces en Polonia.
Aunque no se puede asegurar que Pío viese la carta, Leiber era su principal ayudante y ya había trabajado con él cuando fue nuncio en Alemania en la década de 1920, lo que indica que entre ellos había una relación de trabajo cercana, sobre todo en cuestiones relacionadas con Alemania.
Según “The Pope at War”, el libro del antropólogo David Kertzer, un alto funcionario de la Secretaría de Estado vaticana, monseñor Domenico Tardini, dijo al embajador británico ante la Santa Sede a mediados de diciembre que el papa no podía hablar sobre las atrocidades de los nazis porque el Vaticano no había podido verificar la información.
“La novedad y la importancia de este documento radica en este hecho: sobre el Holocausto existe ahora la certeza de que Pío XII recibía de la Iglesia católica alemana noticias exactas y detalladas sobre los crímenes que se cometían contra los judíos», afirmó Coco, según fue citado en el Corriere.
Coco indicó también que Koenig pidió a la Santa Sede que no hiciese públicas sus revelaciones porque temía por su vida y la de las fuentes de la resistencia que le habían proporcionado la información.
El legado de Pío y las revelaciones de los archivos vaticanos recién abiertos se discutirán en una importante conferencia que se celebrará en octubre en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, que destaca por sus participantes y sus patrocinios. Entre las instituciones que la respaldan están, entre otras, el Vaticano, el instituto israelí de investigación sobre el Holocausto Yad Vashem, el Memorial del Holocausto de Estados Unidos y las embajadas de Israel y Estados Unidos.
AP