La mujer de 89 años se paró en el patio de su casa en el norte de India y tomó una pistola de aire comprimido. Aseguró el extremo sobrante de la pañoleta rosa de su cabeza en la cintura de su falda larga y estabilizó el brazo. A través de la mirilla observó a su objetivo: una botella colocada a casi 4 metros de distancia. Disparó y la botella cayó.
Disparó otra vez. Y otra vez. Y otra vez, dando en el blanco todas las veces.
“Necesitas concentrarte solo en el objetivo y olvidarte de otras distracciones”, dijo, esbozando una sonrisa.
Chandro Tomar podrá lucir como una abuela india común, pero es cualquier cosa menos eso: se cree que es la francotiradora profesional con mayor edad en el mundo y tiene docenas de medallas para demostrarlo.
También es un ícono feminista en India, tras haber sido mentora y entrenadora de docenas de mujeres jóvenes dentro y fuera de su aldea durante más de 20 años. Incluso existe una película de Bollywood, “Saandh Ki Ankh” (en el blanco), que está basada en su vida y en la de su cuñada, Prakashi Tomar, otra compañera de competencia.
Chandro Tomar tenía más de 65 años cuando tomó un arma por primera vez. La llegada de una diminuta mujer mayor proveniente del interior rural del país —vestida con su tradicional falda larga y pañoleta en la cabeza— provocó al principio risas y burlas entre los participantes y espectadores en las competiciones profesionales. Desde entonces, ha ganado más de 25 medallas en competencias estatales y más grandes, por lo general al competir contra hombres que tienen décadas de disparar a nivel profesional.
Sin embargo, más allá de su fama y sus habilidades de tiro, Tomar se enorgullece de haber allanado el camino para que innumerables mujeres, incluyendo muchas de su propia familia, participen en una actividad que puede convertirse en un boleto a una vida mejor a través de becas deportivas y oportunidades laborales.
“Quise motivar a las chicas de todas partes a que se involucraran en el deporte y expandieran sus horizontes”, dijo.
No es como antes
Actualmente, la región del estado occidental de Uttar Pradesh, donde vive, tiene docenas de clubes de tiro y cientos de niños se toman el deporte en serio. Pero la situación era muy diferente hace 20 años, cuando Tomar comenzó en este mundo.
Las leyes sobre armamento en India son estrictas y las armas son excesivamente costosas, ya que la mayoría son importadas. Solo los miembros de las familias reales y las personas con antecedentes militares tenían en ese momento algún tipo de experiencia con el tiro deportivo.
La región donde se encuentra la aldea de Tomar, Johri, es en su mayoría rural, con hectáreas de campos de caña de azúcar y algunas escasas fábricas de ladrillo. Casi no había trabajos, las tasas de criminalidad eran altas y la pobreza era endémica.
En 1999, Johri inauguró su primer campo de tiro. Era bastante rudimentario y las armas eran pistolas de aire comprimido (que usan perdigones en lugar de balas) y no armas de fuego reales. Pero sus fundadores, Rajpal Singh y Farooq Pathan, afirmaron que creían que enseñarles a los niños pequeños a disparar podría proporcionarles habilidades valiosas y ayudarlos a descubrir talentos.
Una competencia singular
A fin de despertar el interés, organizaron una competencia y dieron 50 pistolas de aire comprimido como premios, dijo Pathan, quien proviene de una familia de tiradores profesionales y en la actualidad es entrenador de tiro en la Autoridad Deportiva de India.
“Las pistolas de aire motivaron a los niños a venir y probar el deporte”, dijo.
Un día, Tomar llevó a su nieta Shefali al campo de tiro. Eran las únicas mujeres allí. Shefali, que tenía 12 años, sintió nervios al manejar un arma. Al ver a la chica titubear, Tomar intervino.
“Le dije: ‘¿Por qué estás tan nerviosa? Solo mírame’”, recordó. “Cogí el arma, la cargué y disparé. Dio en el blanco”.
Era la primera vez que Tomar sostenía un arma.
Pathan estaba sorprendido, pero asumió que el disparo había sido suerte, dijo Tomar.
“Así que disparé otra vez y volví a dar en el blanco, justo al lado del centro”, relató Tomar.
Su abuela, su inspiración
Ese fue el comienzo de su historia de amor con el tiro al blanco. Ver a su abuela reforzó la confianza de Shefali. Al final, ella también disparó en algunas ocasiones.
Pathan convenció a la abuela y a la nieta de que regresaran y siguieran practicando. Pero Tomar —por temor a que su familia se horrorizara si llegara a enterarse de que estaba disparando un arma— fingió que solo estaba acompañando a Shefali mientras ambas perfeccionaban su técnica.
Sus preocupaciones provenían de la naturaleza patriarcal de gran parte de la sociedad india tradicional. En Uttar Pradesh, con las altas tasas de pobreza y la falta de acceso a la educación para las niñas, lo que se espera de la mayoría de las mujeres es que se casen jóvenes y cuiden de sus hijos y la familia política.
Esa fue la vida que se esperaba tuviera siempre Tomar cuando nació en 1931 en una numerosa familia de agricultores. Fue la única hija de cinco hermanos. Pasaba los días siguiendo a su madre como una sombra mientras hacía sus quehaceres; ya que, con una familia de 70 miembros, siempre había trabajo que hacer en la casa.
Como nunca asistió a la escuela, Tomar terminó casándose a los 15 años y pasó los siguientes 50 criando y atendiendo a su familia.
“Lo más lejos que llegué fue a los campos, para darles el almuerzo a los hombres o ayudar a veces en algunas labores”, dijo.
Sus visitas semanales al campo de tiro fueron la primera vez que Tomar había tenido la oportunidad de hacer algo exclusivamente para ella.
“Todavía me emociono cada vez que agarro un arma”, narró.
En familia
Con el tiempo, su cuñada, Prakashi Tomar, se unió a ella y a Shefali y también demostró ser una tiradora de primera.
Unos meses después de que Prakashi comenzara a entrenar, Pathan formó e inscribió a un equipo de Johri en un campeonato de tiro en el estado de Punjab, a unos 200 kilómetros de distancia. Se seleccionaron varios niños, incluyendo a Shefali Tomar.
Chandro Tomar los acompañó. Era la primera vez que salía de Uttar Pradesh. Sin que el resto de la familia lo supiera, también participó en la categoría de veteranos. Aunque fue la primera vez que usó un arma de fuego real, regresó a casa con una medalla de plata.
Su nieta, que ahora compite a nivel internacional, ganó una medalla de oro. Pero cuando un periódico local publicó un artículo con fotografías de ambas, hubo una conmoción en casa.
“Mi esposo y sus hermanos estaban muy enojados”, recordó Tomar. “Me decían: ‘¿Qué pensará la gente? ¿Una anciana de tu edad saliendo a disparar armas? Deberías estar cuidando a tus nietos’”.
Le prohibieron ir al campo de tiro, dijo, aunque sus hijos la apoyaron.
“Los escuché tranquilamente”, dijo sobre los hombres, “pero ya había decidido seguir adelante pasara lo que pasara”.
Igualdad y equidad
Cuando se conformó un equipo de tiro en la aldea, la familia Tomar proporcionó casi media docena de integrantes, incluyendo a la hija de Prakashi Tomar, Seema, y a su nieta Ruby.
En una comunidad conservadora donde las mujeres tenían que cubrirse la cabeza y el rostro cuando conversaran con hombres y evitar ver a los ojos a varones desconocidos, Chandro Tomar fue de puerta en puerta para pedirles a las familias que dejaran que sus hijas aprendieran el deporte.
Tomar se las arregló para ganarse a los padres reacios, a los que les preocupaba la seguridad de sus hijas durante los viajes a las competencias nacionales o incluso dentro del pueblo.
Con los años, Tomar se ha convertido en una celebridad. Viaja por todo el país para participar en campeonatos y en charlas, donde habla sobre el empoderamiento femenino. Actualmente, la familia está construyendo en su casa un campo de tiro para niños de escasos recursos, a fin de que más personas puedan tener acceso al costoso deporte.
Hoy, con casi 90 años, Tomar no usa anteojos y se toca los dedos de los pies para mostrar lo flexible que es. ¿Cuál es el secreto de su fuerza y agilidad?
“Todas las tareas del hogar que realicé desde temprana edad, como moler el trigo a mano, ordeñar a las vacas o cortar el pasto”, respondió. “Es importante mantenerse activo. Tu cuerpo puede envejecer, pero debes mantener tu mente alerta”.
The New York Times.