En la actualidad el tema de la expropiación “nos queda cada día más lejano”; mucha gente ni siquiera conoce ese momento de la historia de México y, con el paso de los años, se ha comprobado que la idea de que “el petróleo es nuestro y todos nos beneficiamos”, no ha dado resultados, considera la académica de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, María del Carmen Eugenia Reyes Ruiz.
En entrevista, con motivo del 85 aniversario de la Expropiación Petrolera -acontecida el 18 de marzo de 1938- la universitaria sugiere ir más allá de la monografía de primaria e investigar en torno a ese hecho histórico, “sin envolverse en la bandera del nacionalismo ramplón, y preocuparnos realmente por conocer a dónde nos ha llevado y traído el discurso en torno al petróleo y, sobre todo, buscar mejores opciones para el futuro, sin caer en ideas simplistas o preconcebidas. Mientras más sepamos podremos formar nuestro propio criterio y opinión, y en función de eso actuar y exigir a las autoridades que se haga lo que se debe para beneficio de todos los mexicanos”.
Hay que darnos cuenta de la realidad de la industria del petróleo en el mundo y de la nuestra, del manejo que se ha hecho de la paraestatal y aprender a administrar los recursos que quedan; de otro modo, se convertirá en un tema del pasado, para la historia, opina Reyes Ruiz.
Al realizar una evaluación del sector petrolero en México, la universitaria considera que si no se toman medidas, la perspectiva para Petróleos Mexicanos (Pemex) es complicada, porque mucho de lo que ha ganado no se ha capitalizado para tener mejores instalaciones y tecnología que garanticen que pueda seguir existiendo.
Reyes Ruiz refiere que México tiene 9.34 años de reservas probadas de gas y petróleo, según reveló la Comisión Nacional de Hidrocarburos. Asimismo, se localizaron nuevos yacimientos en medio de la cuenca del Golfo de México.
Sin embargo, después de todos estos años de soberanía nacional, de riqueza petrolera y de productividad de la empresa, no se ha invertido en tecnología para realizar perforaciones profundas como las que se requieren para extraer el crudo.
Otro de los problemas que enfrenta la paraestatal, estima la académica, es su pasivo laboral. Recientemente se reportaron ganancias, pero no porque se haya producido más y mejor petróleo, sino por el aumento de los precios del energético. En 2022 su utilidad fue de poco más de 23 mil millones de pesos; su deuda, al 31 de diciembre de ese año, fue de 107 mil 700 millones de dólares.
Aniversario
Con frecuencia se piensa, refiere María del Carmen Reyes, que la expropiación petrolera fue un hecho puntual acontecido el 18 de marzo de 1938, como resultado de las acciones tomadas por el entonces presidente Lázaro Cárdenas.
“Parecería que el 17 de marzo en la noche se le ocurrió la idea de que era importante para el país tener en sus manos la riqueza petrolera. En realidad, el proceso que desembocó en el decreto de la expropiación inició mucho antes y estuvo ligado a un conflicto laboral en las compañías petroleras que en ese momento se encontraban en México”.
Se trataba de 17 distintas empresas –fundadas por inversionistas extranjeros, en particular de Estados Unidos, Inglaterra y Holanda–, presentes en territorio mexicano desde hacía años. “La primera vez que se empezó a extraer el petróleo y se dieron concesiones para su explotación fue durante el Imperio de Maximiliano, en 1862, aunque durante el Porfiriato se ampliaron para atraer mayor inversión”, indica.
El pico de la producción petrolera de aquellos años se produjo en 1921, con casi 110 millones de barriles de petróleo al año, cifra que no se volvió a alcanzar sino hasta la década de los 80. En esa industria, los obreros trabajaban mucho y ganaban poco.
De 1932 a 1934 se empezaron a gestar las centrales obreras que se constituyeron en agrupaciones como la Confederación de Trabajadores de México, central sindical obrera fundada el 24 de febrero de 1936; antes, en 1935, también se formó el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.
Las empresas estaban obligadas a aumentar los sueldos, porque se detectó que “maquillaban” sus utilidades; se logró una sentencia para que los obreros recibieran indemnizaciones millonarias, pero al no obtener respuesta, los trabajadores acudieron con el presidente Cárdenas, quien considerando la negativa de las petroleras y el contexto internacional (presión de los gobiernos de EUA, Inglaterra y en vísperas del inicio de la Segunda Guerra Mundial), decidió que era momento de aplicar la Constitución de 1917, rememora la historiadora.
La Carta Magna establecía: “Corresponde a la Nación el dominio directo de (…) los productos derivados de la descomposición de las rocas, cuando su explotación necesite trabajos subterráneos; los fosfatos susceptibles de ser utilizados como fertilizantes; los combustibles minerales sólidos; el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos”. Así, a principios de marzo de 1938 se comenzó a determinar el monto de la indemnización que debían recibir las compañías expropiadas.
Un cruce de circunstancias dio como resultado la expropiación petrolera donde se reforzó la idea de unidad nacional; “hemos visto la foto de la señora con su gallinita, junto a otra encopetada, donando sus joyas” para pagar la deuda a las empresas.
Con lo donado por el pueblo se juntaron, según cifras oficiales, poco más de tres millones de pesos. “Considerando que a una sola empresa se le terminó pagando 34 millones, fue una aportación más bien simbólica”, pero la imagen sirvió en las siguientes décadas para dar la idea del pueblo que se aglutina en torno a su presidente.
El presidente José López Portillo aseguró en 1976 que México debía acostumbrarse a “administrar la abundancia”, luego del descubrimiento del yacimiento Cantarell, en Campeche. Ese y otros fueron solamente discursos, y el impacto en el pueblo fue sólo de fomento del nacionalismo. “Nos preguntamos por qué siendo un país petrolero la gasolina es tan cara, o por qué importamos tanto de ese combustible”, concluye la universitaria.