A más de un año del inicio de la pandemia de covid-19, casi la mitad de los estudiantes del mundo siguen afectados por el cierre parcial o total de las escuelas, y se estima que 100 millones de niños no alcanzarán el nivel mínimo de lectura, señala la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Marcos Nahmad Bensusan, investigador del Departamento de Fisiología, Biofísica y Neurociencias del Cinvestav, y Luis Manuel Muñoz Nava, graduado de este Centro, plantearon un modelo computacional a fin de analizar la propagación del nuevo coronavirus en un escenario escolar que contempla pequeños grupos de estudiantes que se reúnen de forma presencial en las casas de sus integrantes, pero reciben clases en línea de sus profesores.
En estos grupos, denominados núcleos o burbujas, se busca que los niños interactúen de forma normal, es decir, sin usar cubrebocas ni mantener una sana distancia, favoreciendo su desarrollo sicosocial y cognitivo.
Utilizando simulaciones computacionales basadas en redes de interacción social, los investigadores evaluaron la propagación del virus causante de la covid-19 cuando la población escolar es dividida en núcleos de distintos tamaños y los compararon con un escenario de regreso a las aulas con medidas de protección.
El estudio fue depositado en el repositorio MedRxiv, y consistió en modelar redes donde los niños, padres, y/o maestros son nodos y están interconectados por líneas o aristas, que hacen referencia a las interacciones familiares y entre participantes de un mismo núcleo.
Además, todos los adultos están unidos a un nodo o punto principal, el cual simboliza las relaciones sociales fuera de la escuela (en el trabajo o con amigos, por ejemplo), dijo Nahmad Bensusan.
Dependiendo del estado de salud de cada niño y adulto respecto a sintomatología relacionada a la enfermedad covid-19: no infectado, asintomático, sintomático y recuperado, la dinámica de la red evoluciona por 90 días, utilizando probabilidades de infección basadas en estudios previos.
Los resultados de las simulaciones computacionales muestran que conformar núcleos pequeños, aproximadamente de cuatro a seis estudiantes, es similar, en términos de propagación de covid-19, al escenario de reapertura de escuelas con la implementación de medidas de mitigación; sin embargo, los núcleos garantizan un periodo con menos interrupciones en la asistencia presencial de los estudiantes ante la detección de un caso sospechoso o positivo.
Otro resultado es que la estrategia de núcleos pequeños es robusta ante ciertas perturbaciones como que algunas familias no reporten síntomas a tiempo y funciona aun cuando la tasa de contagios en la comunidad es relativamente alta, como es el caso actual de muchas ciudades de México.
Los investigadores también analizaron datos de la implementación de esta estrategia en una escuela primaria privada de Ciudad de México de octubre a diciembre de 2020.
La participación fue voluntaria y los niños se reunieron cuatro veces a la semana alternando en los hogares de los participantes. La implementación de la estrategia y la recopilación de datos estuvieron a cargo de la escuela.
Al analizar la información de lo sucedido, cuando los núcleos se fragmentaron tras una sospecha de contagio, se encontró que en tres de cinco casos la infección no se propagó a través de los núcleos y en los otros dos casos solo hubo sospecha de contagio en una familia adicional, explicó Muñoz Nava.
Los autores del análisis enfatizaron que la implementación de esta estrategia de núcleos de estudiantes no está libre de riesgos, pero tiene algunas ventajas sobre el modelo de reapertura de escuelas y podría ser útil para determinadas comunidades escolares.
Un aspecto interesante de la propuesta es que permite que los niños y niñas vayan incorporándose a actividades de aprendizaje presenciales con mayor frecuencia en comparación a la reapertura de las aulas, lo cual es necesario para su desarrollo social y cognitivo, y además los padres de familia pueden retomar sus actividades laborales.