Los latinoamericanos quieren construir modelos de sociedad distintos a los que tradicionalmente existieron en la región, más inclusivos, menos desiguales y más autónomos en su proyección internacional. El triunfo de Gustavo Petro, en Colombia, significa la consolidación de una tendencia evidente hacia sectores progresistas y de izquierda en los gobiernos nacionales, señalaron académicos de la UNAM.
Hablamos de una segunda ola progresista en la zona, en la que este año se obtuvo el triunfo de Gabriel Boric, en Chile; ahora se suma Colombia y, posiblemente, Brasil, toda vez que las encuestas indican la alta posibilidad de que Luiz Inácio Lula Da Silva gane la elección en una primera vuelta, explicó Nayar López Castellanos, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS).
A escala internacional, refirió José Ramón Briceño Ruiz, integrante del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), lo que se prevé para la región es un periodo de mayor autonomía, donde no necesariamente se buscarán enfrentamientos con Estados Unidos. “El problema es si en la Unión Americana habrá la capacidad mínima para entender que las naciones del sur tienen derecho a decisiones autónomas, y que la subordinación es parte del pasado”.
En la conferencia de prensa a distancia ¿Colombia se suma a una América Latina de izquierda?, López Castellanos explicó que esta es la primera vez en la historia de Colombia que una candidatura progresista, de izquierda, llega al gobierno nacional “por una votación cerrada, pero con distancia suficiente, la cual le otorga la legitimidad necesaria a este proyecto para tener una dinámica de gobernabilidad y buscar resolver problemáticas históricas que han caracterizado a ese país, como desigualdad, violencia, pobreza y autoritarismo”.
El presidente electo obtuvo la votación más alta que se ha registrado en elecciones presidenciales, al alcanzar 11 millones 291 mil sufragios, en una jornada electoral que tuvo una participación de 58 por ciento del padrón, recalcó el universitario.
El carácter histórico de la elección del domingo pasado y la llegada de Petro y la vicepresidenta, Francia Márquez, al gobierno, es resultado de amplias movilizaciones populares el año pasado e inicios de este, que mostraron el hartazgo de una sociedad que ha sufrido autoritarismo y violencia por parte del Estado; “es la derrota del uribismo como corriente política ultraconservadora, que se caracterizó por las violaciones a los derechos humanos; tan sólo en lo que va de este año han sido asesinados 89 líderes sociales y defensores de derechos”.
Lo ocurrido en Colombia, opinó, deberá traducirse en una lógica regional, donde mecanismos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) puedan tener más relevancia, con base en una coincidencia en torno a elementos como el impulso a dinámicas de cooperación social y económicas en la región, una visión soberana de esta parte del mundo, y una relación de respeto con Estados Unidos y otros poderes en el ámbito global.
Otro aspecto será la relación entre esa nación y Venezuela, que ha sido tensa y hasta de confrontación militar en los peores momentos. “El resultado de la elección del domingo pasado es muy importante y quita una pieza al tablero geopolítico y hegemónico de los estadounidenses, porque Colombia siempre fue fundamental para agredir a su vecino” sudamericano, y ello tendrá repercusiones, alertó.
Debido a que Colombia ha sido un país históricamente gobernado por una élite, que cuando ha tenido que recurrir a la violencia lo ha hecho, el triunfo de Petro representa un cambio sustantivo, opinó José Ramón Briceño.
En América Latina se configura de forma más clara un nuevo ciclo de izquierda, pero presenta diferencias importantes y sustantivas con relación al ciclo anterior de 2003-2016: ahora tenemos la presencia de México y Colombia, que se suman a Chile y Perú.
Lo anterior, consideró el especialista, tendrá implicaciones en el ámbito regional y en las relaciones de América Latina con actores externos importantes, especialmente con Estados Unidos, China y Europa.
Hoy se abre un espacio para retomar las iniciativas de integración y cooperación regional, que habían estado debilitadas; “los latinoamericanos unidos como bloque, somos más fuertes”.
La política del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, que incluye en la agenda oficial la agrupación latinoamericana, es un primer avance. A esto se suma que Petro, el domingo pasado, señaló la necesidad de su país de promover esta acción. “Se abren espacios interesantes y con cierta afinidad ideológica en buena parte de los gobiernos latinoamericanos, aunque tampoco será tan fácil, en especial con naciones como Nicaragua”.
En esta parte del mundo hay demandas claras anunciadas, como la transformación real de la Organización de los Estados Americanos o la Cumbre de las Américas. “Si no se escuchan, será un incentivo para que la dimensión latinoamericana se fortalezca aún más mediante instancias como la CELAC”.
Briceño Ruiz resumió que los principales desafíos que enfrentará Petro son: la gobernabilidad (conformar una gran alianza nacional, dado que no tendrá el control legislativo que le permita avanzar de forma unilateral su agenda transformadora), además de la relación con Estados Unidos y Venezuela.