Aunque los apagones no son raros en Venezuela, la extensión de los más recientes ha obligado a millones de habitantes a cambiar sus rutinas.
Los largos apagones de las últimas semanas en Venezuela, en medio del caos que ya sufren por la crisis inflacionaria y de escasez, han llevado a la población a una situación límite. Mientras las autoridades culpan a Estados Unidos y a los antichavistas de sabotajes coordinados, la Oposición señala el mal estado de la infraestructura en el país. El Gobierno ha anunciado un plan de racionamiento, sin embargo el más reciente apagón ocurrió el 10 de abril.
Lo más rápido en colapsar cada que hay un apagón en Caracas es el servicio de transporte público, debido a la interrupción del metro. Debido a ello, son comunes las escenas de autobuses atestados, largas filas, y gente caminando a sus hogares durante la tarde.
Pero tras el primer gran apagón en el país, lo que se vivió fueron escenas de caos, especialmente en Maracaibo, donde ante las altas temperaturas muchos dependen del aire acondicionado para hacer su vida normal.
Después de horas de apagón, varios negocios fueron saqueados y muchos de ellos incendiados. Las hogueras, según reportes periodísticos, fueron encendidas para que la gente pudiera ver mientras saqueaba las tiendas.
Los disturbios en Maracaibo se tranquilizaron en días posteriores, pero el caos se replicó en los hospitales donde las personas heridas no paraban de llegar para ser atendidas por heridas de armas. Y es que los hospitales fueron de los que más resintieron la falta de electricidad, pues a pesar de la presencia de generadores, se volvió casi imposible atender emergencias, realizar operaciones o mantener encendidas máquinas y refrigeradores.
Durante la primera crisis eléctrica, de unas 100 horas de duración, murieron al menos una veintena de personas, según organizaciones próximas a la Oposición, principalmente en centros que se quedaron sin suministro.