El 10 de enero de 1971 el mundo de la moda perdió a una de sus más icónicas representantes: Coco Chanel.
Ella nació el 19 de agosto de 1883 en Saumur, Francia bajo el nombre de Gabrielle Chanel. Hija de una campesina y un vendedor ambulante, Gabrielle tuvo una infancia con muchas carencias. Su madre falleció a los 31 años de edad víctima de tuberculosis.
Su padre, incapaz de hacer frente a la educación de sus hijos entregó a Gabrielle y sus dos hermanas a un orfanato de un monasterio de la congregación del Sagrado Corazón de María.
Sería ahí justamente donde aprendería a coser, bordar y planchar. Cuando cumplió 18 años fue enviada a un internado donde continuaría su educación y donde le encontrarían un trabajo en una sastrería.
Se dice que los clientes del lugar normalmente quedaban encantados con su belleza y que recibía continuas invitaciones para ir a lugares al salir del trabajo.
En estas salidas probó el canto y pudo ganarse un dinero extra cantando en un cabaret, es ahí donde recibiría el sobrenombre de Coco. Poco se imaginaba que Ese sobrenombre y su apellido se convertirían en una marca mundial.
Su interés por el manejo de telas y el diseño se fusionó con el patrocinio de un par de caballeros que, buscando favores amorosos, decidieron patrocinar sus intereses.
Coco Chanel diseñó su icónico vestido negro en 1926 y recibió una buena crítica por la revista Vogue, catalogándola como la prenda que todo mundo desearía vestir.
A partir de ese momento su nombre y apellido irían directamente en unísono con la moda a nivel mundial.
Sus primeros diseños fueron de sombreros, no precisamente de ropa, posteriormente abarcaría también el mundo de los aromas.
Coco Chanel murió a la edad de 87 años por un ataque cardíaco. A pesar de sus humildes inicios supo consolidar sus conocimientos, talento y exquisitez de modo tal que se convirtió en tendencia mundial y, hasta la fecha, su apellido es sinónimo de elegancia, distinción y exclusivididad.