El pasado 3 de septiembre, en Ensenada Baja California, una empresa mandó maquinaria pesada a destruir un refugio, matando a perritos por doquier.
La empresa se disputa el predio con una activista que se dedica a rescatar a los animalitos.
Para despojarla no les importó nada y con maquinaría destruyeron el refugio con los animales adentro, por lo que mataron a muchos.
Pero, Arturo Islas Allende, quien se proclama como activista en busca de los derechos de los animales, sólo le dedicó al tema un video en su cuenta de X antes Twitter.
En el mismo, obviamente, reclama y condena la acción.
Pero nada más.
No fue a Ensenada a cerrar calles, ni a gritar, ni mucho menos a buscar la casa de la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda.
Sólo se limitó a subir el vídeo.
Su proceder deja muchas dudas.
Pero si llegó a Puebla a organizar una manifestación animalista por el ataque a un perrito que aventaron desde la azotea de una casa después de golpearlo.
La exigencia que vociferó fue la aprehensión del sujeto agresor.
Para eso cerró por más de 12 horas la Vía Atlixcáyotl, provocando incluso accidentes viales al colocar piedras para evitar el paso de autos.
La exigencia de animalistas es legítima ¿pero para qué ensuciarla de ese modo? ¡Qué necesidad!
Al menos ya se detuvo al agresor poblano.
En tanto, Guillermina Galván, activista que daba refugio a perros, le destruyeron todo, desde una casa y más de 30 jaulas.
“Muertos mis animales porque usaron la maquina con los animales presentes”, dijo.
En un video que subió a redes sociales que se viralizó se aprecian decenas de cadáveres de perritos.
Pero no hubo protestas.
¿De plano, dio flojera o es muy costoso ir a Ensenada?
¿No convenía?
Y luego no quieren que piense uno que el tema es político o que están ensuciando un movimiento o que utilizaron a los colectivos para intereses oscuros.
¿Quién pompo? Diría Chicoche.
Por cierto, Arturo ha sido acusado de traficar animales exóticos.
Pero ese ya es otro tema ¿o no?