La adhesión de Ardelio Vargas Fosado a la precampaña de Luis Miguel Barbosa Huerta es un mensaje que hay que entenderlo por un tema de suma de votos y no necesariamente porque el ex funcionario federal ande buscando chamba en la cuarta transformación; don Ardelio, a estas alturas, está más allá del bien y el mal.
De entrada, si alguien conoce la Sierra Norte como la palma de su mano y a la mayor parte de sus grupos políticos entre líderes campesinos, colonos, trabajadores, obreros, maestros, párrocos, cronistas municipales y un largo etcétera es Ardelio Vargas, incluso hay que tomar en cuenta que su hija es la actual presidente municipal de Xicotepec.
Es cierto que el ex funcionario de Inmigración, quien ha trabajado en áreas de seguridad en gobiernos federales, no tiene la mano muy suavecita que digamos -tampoco hay que engañarnos-, pero no hay que caer en especulaciones ni en descalificaciones a priori. Hay que ver el bosque y no mirar solo el árbol, dirían por ahí.
En este momento Vargas Fosado sólo se adhiere al proyecto barbosista para ayudarlo a ganar los municipios de la Sierra Norte. Lo que ocurra después, si es que gana Luis Miguel Barbosa, será otro cantar y ya opinaremos al respecto.
Empero, no sólo fue Ardelio Vargas quien ya se alió al favorito en las encuestas de Morena, sino también René Lechuga Fosado -melquiadista de corazón y ex subsecretario de gobernación estatal- pues ese lunes en Villa Juárez también reapareció públicamente con todo y un humilde ramo de acarreados.
Si Barbosa quiere asegurar el voto de los serranos deberá ir con todos: tirios y troyanos. Una elección estatal no es jugar a ver quién sí me cae bien o quién no. Es asegurar su triunfo, por eso se entiende también la alianza con el sempiterno líder obrero René Sánchez Juárez quien reapareció desde el domingo en el Parque Juárez, durante el arranque de la precampaña.
Barbosa ha cambiado su discurso del año pasado. Es en serio que se ha sentado con muchos personajes con los cuales, en otros tiempos, mantuvo serias diferencias y es que tanto él como sus asesores saben que los poblanos venimos de un proceso electoral en el que hubo mucho desgaste; posteriormente él impugnó una elección estatal y mantuvo por casi seis meses un estire y afloje que culminó con la polarización de un sector de los poblanos.
Luis Miguel Barbosa tiene claro que la muerte de la pareja Alonso-Moreno Valle a nadie le convino y que sus adversarios internos y externos usarían ese tema para atacarlo, por ello cambió su discurso y comenzó a recorrer el estado buscando a los líderes regionales, por ello su discurso de la reconciliación.
Es un poco la estrategia que usó Andrés Manuel López Obrador para ganar la Presidencia de la República el año pasado, pues hasta con las dos principales televisoras llegó a pactar, con varios priistas y líderes sindicales como Napoleón Gómez Urrutia o Elba Esther Gordillo Morales.
Si a AMLO le funcionó abrir las puertas a los priistas que estaban cansados de su partido y aceptó incluso a enemigos y críticos del PRD, ¿por qué Luis Miguel Barbosa no seguiría sus pasos?
No es gratis ni por obra y gracia del cielo o de ya saben quien, que el tehuacanense aparezca en el primer lugar en las encuestas muy por encima de Alejandro Armenta Mier y de Nancy de la Sierra.
Barbosa cuenta con muchos amarres nacionales que fue construyendo desde principios del 2000 cuando se fue a México y conoció a sus otrora amigos “Los Chuchos”, luego su paso por el senado y ser líder de la cámara baja le abrió muchísimas puertas. El año pasado traía esos contactos, pero le faltaron los locales. Una campaña estatal le ayudó a tender los puentes necesarios.
Así que la llegada de Ardelio Vargas y René Lechuga es un mensaje claro. Y es que la política no se hace con bots y haters en redes sociales: las campañas se ganan con estructuras y Barbosa ya las está armando.
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