El pasado fin de semana se llevó al cabo la entrega número 72 de los premios Tony. Para los amantes del teatro es una de las ceremonias más importantes, en la cual año con año se honra a las mejores puestas en escena en Broadway.
Es inevitable hablar de esta entrega de premios y hacer una comparación con lo que sucede en nuestro país, donde no existe un digno premio para la cantidad de obras de teatro que saturan los múltiples foros que llenan la Ciudad de México. Hay obras que pasan sin ser reconocidas, actuaciones que no se premian, direcciones que no se valoran. Si bien el público asiste y aplaude, todo se queda en ese momento… no hay más.
Ya en muchas ocasiones he hablado sobre la carencia de un sistema de premiaciones de valor en nuestro país, pero en el mundo del teatro duele mucho. Puede haber dos entregas de sendas asociaciones pero que no son organizadas dignamente y mucho menos valoradas por los nominados. Se necesita crean un premio que se brinde no por parte de la crítica sino de la misma industria teatral mexicana.
La industria teatral de Estados Unidos basa sus éxitos y abucheos en lo que pasa en una pequeña zona de Nueva York. Ahí las obras se eternizan o desaparecen, reciben ovaciones o abucheos. De alguna forma en nuestro país sucede lo mismo, aunque en todas las ciudades hay teatro local, lo que acapara las marquesinas es lo que sucede en la capital mexicana.
La entrega del Tony es algo tan específico que podría pensarse que no le interesa a nadie, sin embargo se ve en todo el mundo y, aunque no alcanza los niveles de audiencia de otras entregas, presenta una calidad en los números musicales que es simple y sencillamente ÚNICA.
La entrega del Tony destaca y premia a lo mejor del teatro en una ciudad de Estados Unidos, es verdad, pero esas son las obras que años después vendrán a presentarse en nuestro país, algunas de ellas con innegable perfección y otras con terribles desatinos, pero al final de cuentas harán que en nuestro país el gusto por el teatro dure y perdure.
Si ya tenemos una industria teatral digna, es momento de empezar a gestar una asociación que aglutine a los diferentes integrantes de la misma para poder crear un sistema de premiación que sea realmente de relevancia en nuestro país. En lo que eso sucede, no habrá mejor reconocimiento que un buena ronda de aplausos y ponerse de pie al final de la función, cuando realmente la ocasión lo amerite.