Tengo 20 años en el negocio de las encuestas electorales y he visto pasar a muchos clientes con proyectos políticos que llegaron al poder y muchos más que no lo hicieron. Así es este oficio, a veces te permite compartir la victoria pero muchas otras te convida del vaso amargo de la derrota.
¿Qué hace a un proyecto ganador? ¿Hay factores comunes que puedan identificarse entre quienes ganan y quienes pierden? Seguro los hay y de eso voy a comentar en este texto.
En política el sentido de oportunidad es clave. Lo que algunos llaman olfato o intuición política es lo que lleva al cliente a identificar una oportunidad de luchar por un cargo. Hay quienes se tropiezan con la buena suerte pero esos son los menos. La mayoría dibujaron un proyecto en el horizonte y tomaron acciones para construirse la oportunidad de competir.
Cada proyecto tiene sus propias circunstancias determinadas por el tipo de cargo, los competidores, el entorno social y político imperante, la situación de los partidos políticos y muchas otras variables. Aquí es donde la inteligencia del cliente se pone en juego para acomodar esas variables en las condiciones que le sean más favorables. Quienes se toman el tiempo suficiente para valorar todos los detalles son los que suelen salir victoriosos.
Además de inteligencia hay otras virtudes que se ponen en práctica. Algunos son prudentes y otros arrojados. Algunos son extrovertidos mientras que otros se mantienen reservados. No encuentro una receta, salvo, por supuesto, el nunca revelar la estrategia real. En la política palaciega se practica el arte del engaño, mientras que en la política de masas lo que importa es el arte de la seducción o para ser más específicos, el de la persuasión.
He visto a muchos clientes, quizá la mayoría, que no utilizan el tiempo correctamente. Se adelantan o comienzan tarde. La mayoría hace todo al revés, primero anuncian o dejan saber sus intenciones de competir por el cargo y luego buscan que los factores en el escenario se les tornen favorables. Cuando anuncias tus pretensiones con mucha anticipación le das una ventaja a tus adversarios, quienes utilizaran ese conocimiento como una ventaja en tu contra. Pero hay otros que por no dar esa ventaja, se quedan inmóviles hasta que ya no pueden alterar el tablero en su favor.
Lo importante es saber qué hacer en cada momento y para eso hay que tener una estrategia lo más completa posible. Hay dos terrenos donde se establece la competencia por el poder, uno es en las oficinas de la burocracia política y de gobierno, mientras que el otro es en las calles, las colonias, los pueblos y el entorno digital. Ambos terrenos son decisivos. Se puede llegar a la candidatura con el favor de la burocracia pero no es suficiente para ganar si el electorado te rechaza. En el otro sentido, puedes ser el mejor en las encuestas pero si no entras en los intereses de quién o quiénes asignan las candidaturas, simplemente tu nombre no llega a la boleta.
A primera vista parecería que ambos terrenos tienen lógicas distintas y sus espacios nunca convergen. Sin embargo, en un entorno democrático donde existe competencia, la rentabilidad electoral se convierte en un factor decisivo. La burocracia política quiere ganar la próxima elección, esa es su prioridad y buscará al mejor perfil para lograr esa meta. Aquí vale la pena recordar la conclusión a la que llegó Federico Cambell en su ensayo La Invención del Poder: el objetivo de la política es obtener el poder para luego preservarlo. No hay ética ni principios de moral, el poder carece de conciencia dentro de los límites de su propósito existencial.
Se puede incidir en las decisiones de las burocracias si uno consigue presentarse como un potencial candidato competitivo. También se puede incidir en las preferencias de las masas si consigue convencerles de que uno es el favorito del poderoso en turno, aunque ese es un camino riesgoso. Por lo tanto, es aconsejable contar con una estrategia que sea resultado de un análisis detallado de los factores en juego en ambos terrenos, a los que llamaremos para efectos de síntesis: el palacio y la plaza.
En el palacio los factores que deben identificarse son los que juegan a favor, los que juegan en contra y los neutrales. Éstos últimos se clasifican en 2 categorías, los que son útiles al propósito y los que nunca lo serán. Normalmente cuando se establece una estrategia palaciega los factores son seres humanos con sus intereses y son éstos los que determinan si operan a favor o en contra de uno. El arte del político es desplegar una estrategia que haga coincidir los intereses más significativos; cambiar a los contrarios, consolidar a los favorables y poder contar con los neutrales si fuese necesario.
En la plaza la cosa es más complicada. Debemos partir de que para ganar una elección se necesita ser conocido por una parte significativa del electorado, y luego, entre quienes le conozcan, la opinión que tengan sea positiva. Casi nadie vota por alguien desconocido o por alguien de quien se tiene una mala opinión. Lo aconsejable es mandar a hacer un diagnóstico profesional sobre las condiciones propias y de los adversarios entre los electores. Lo que incluye saber algunos indicadores básicos como el nivel de conocimiento, opinión positiva y negativa, si votarían o no por cada uno para el cargo. Además, es preciso incluir otras variables del entorno que también son importantes: intención y rechazo de voto de los partidos, porcentaje de voto duro y blando de cada partido, evaluación de autoridades actuales, problemática prioritaria, demanda de cambio, uso de medios de comunicación, entre otras. También es aconsejable mandarse a hacer un estudio del territorio que incluya la tendencia de votación por zonas para identificar aquellas más favorables, desfavorables y de mayor rentabilidad electoral.
¿Cuándo comenzar? Cuanto antes mejor, sale más barato. Si se tiene una estrategia pertinente, los costos de ejecutarla se reducen cuando el tiempo no es un factor apremiante. Muchas veces han llegado clientes desesperados que contratan encuestas, quieren diagnósticos y estrategias de posicionamiento. Luego, los veo caer presas de los líderes mañosos que los extorsionan con toda clase de artimañas, les sacan desde dinero en efectivo hasta despensas, sillas de ruedas y demás “apoyos”. Los pobres clientes tienen la ilusión de que cada apoyo entregado es un ciudadano más que se pronunciará por ellos en las encuestas, cuando en la mayoría de las ocasiones los beneficiarios no se acuerdan de quién les dio qué. He visto dilapidar fortunas y muchas veces empeñan el patrimonio familiar con tal de conseguir una candidatura, y cuando no la logran, se conforman con ser candidatos de los partidos pequeños, quienes buscan aprovecharse de lo poco o mucho que regaron en el camino.
Hágase un favor si quiere entrar en este mundo de la competencia por el poder y no morir en el intento, gaste lo que pueda perder y hágalo con tiempo. Ese es el recurso más escaso en la política.