Construir justicia desde lo injusto, herencia de Ignacio Ellacuría

La violencia y el abuso de poder vienen acompañados por apuestas al olvido que conducen a la impunidad. Este fue el caso de los mártires de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), quienes fueron ejecutados el 18 de noviembre de 1989. Este grupo renunció al silencio y formó parte del clamor de las grandes mayorías que buscaban justicia ante la violación a los derechos humanos en El Salvador.

La Cátedra Latinoamericana Ignacio Ellacuría, SJ inició la jornada virtual Rupturas, suturas y reconstrucción social. ¿Cómo subsanar tejidos sociales maltrechos? A través de diferentes paneles y mesas de diálogo, expertos compartieron reflexiones en torno a temas coyunturales bajo la perspectiva de las enseñanzas del pensador jesuita, asesinado hace 31 años.

Construcción de la justicia

La primera mesa de diálogo de la jornada se centró en la justicia como concepto y como acción. Para Ignacio Ellacuría, SJ, la injusticia es el punto de partida en la reflexión histórica: el “mal común” que afecta a las mayorías, sobre todo cuando cobra las características que deshumanizan a las personas. La injusticia no es individual, sino que tiene raíces estructurales que afectan a la totalidad.

Como expresó Héctor Samour, académico de la UCA, “este mal común es una situación estructural que puede afectar el ser mismo de las personas, corrompiéndolas”. Esto supone un grado mínimo de libertad material que se apoya más en la exterioridad que en la interioridad.

Un ejemplo de esta problemática es el modelo económico predominante. El capitalismo y su malicia intrínseca tienen que ver con la promoción de un tipo de ser humano y un estilo de vida que, en palabras de Ellacuría, “no humaniza ni hace felices a las personas, sino que está movido por el miedo y la urgencia de exhibir lo que se tiene, ya que no se puede comunicar lo que se es”.

Las mayorías populares son excluidas y dominadas por la civilización capitalista. Ellacuría propone que la dominación del neoliberalismo está presente en la estructuración de la psicología de las personas, convirtiéndolas en seres autoexplotados y con pulsiones de violencia ejercidas en la dinámica de dominación-resistencia. Así lo expuso Alejandro Rosillo, catedrático de la Universidad Autónoma de San Luis.

El pensador jesuita reconoce en sus textos que no hay nociones exactas de lo que es la justicia, sino que el concepto se elabora a través de la experimentación del orden injusto. Así, el punto de partida de la negatividad, en cuanto a que no permite vivir y desarrollarse humanamente, marca el camino de las demandas de justicia.

Ellacuría es crítico con las soluciones idealistas: los derechos y las leyes son pertinentes, pero superan los problemas de manera abstracta, no tangible. “El derecho y la justicia no son solamente prácticas ideales, sino vividas. El derecho tiene que ser practicable y ejercible, pues donde existe es en la experiencia humana”, complementó el Dr. Juan Antonio Senent, investigador de la Universidad Loyola de Andalucía.

Ellacuría hoy y nueva justicia

Hace más de 30 años, el exrector de la UCA advirtió la crisis civilizatoria que, tras más de nueve meses de pandemia, se ha agudizado y ha puesto en relieve la urgencia de construir una civilización alternativa que asegure la satisfacción universal de las necesidades básicas y que se rija por una cultura desligada del consumismo.

También es necesario historizar las leyes y derechos para valorar su vigencia efectiva. Esto consiste, explicó Héctor Samour, en comprender la praxis histórica para dilucidar el sentido expresado en los discursos que legitiman las relaciones de poder. Al mismo tiempo, la respectividad permitiría ver a la humanidad como una sola debido a las conexiones estrechas entre personas.

Juan Antonio Senent invitó a pensar la sociedad global en línea con un bien común de la humanidad. Esto es, la posibilidad de construir de manera concreta en donde cada una de las personas pueda ser actor de su propia vida. “Podemos reclamar derechos, pero lo que queda fuera de nuestra afirmación es lo que nos devuelve el tipo de personas en que nos hemos convertido”.

Ellacuría rompe con la concepción ilustrada del progreso y propone una concepción abierta de la historia, donde mucho de lo que suceda depende de los grupos sociales. Así, la necesidad histórica se presta abierta a la incertidumbre, no solo por las acciones libres de los seres humanos, sino por la complejidad de la historia misma.

Alejandro Rosillo concluyó que, para que esta realidad histórica dé más de sí, se tendría que construir una sociedad pensada en los derechos por encima de los privilegios. Es necesario erradicar la lógica del mercado, priorizar la civilización de la pobreza y asumir el conocimiento deberá como un bien común que pertenece a todos.

diciembre 18, 2020 - 5:15 pm

Por: Staff

Educación

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