Por Zeus Munive Rivera
El PAN poblano está dividido.
Repetimos Houston: el PAN poblano está dividido. Y no hace falta ponerse muy doctos para entender esta situación, pues tras la tragedia ocurrida el 24 de diciembre, algunas voces que estaban agazapadas ya comenzaron a dar lata y ¿para qué?, se preguntará el respetable. Respuesta: para ganar el poder interno que perdieron hace ocho años.
En otras palabras, finaliza el Guadalupe- Reyes, pero arranca oficialmente la temporada de zopilotes.
Ya revivieron los Micalco, los seguidores de Eduardo Rivera, y los aplaudidores de Humberto Aguilar Coronado, es decir: la muy católica, apostólica y re-mona organización nacional El Yunque, antes MURO (Movimiento Único de Reaccionarios Ojetes).
Mandaron, según nos enteramos por el periodista Rodolfo Ruiz, a sus huestes a pedir que el candidato que ponga el PAN sea militante panista y no uno de esos que nunca quiso afiliarse en los ocho años que gobiernan la entidad.
De ahí, que en las benditas redes se dejaron venir los seguidores de Lalo Rivera y de Aguilar Coronado, secundando dicha moción.
¿Y todo para qué? Fácil: dice el tango Cambalache de Enrique Santos Discépolo “el que no llora no mama y el que no roba es un gil (tonto)”. Es decir, hacen lo que en otros tiempos los yunquistas estaban acostumbrados a hacer: vender caro su amor y haciéndose notar en esta temporada.
El PAN está dividido porque carecen de un líder que pastoree al grupo que dejó Rafael Moreno Valle. Las dos figuras emergentes ante este vacío de poder son evidentemente Antonio Gali, quien se convierte en un guía moral y Luis Banck, quien era uno de los hombres más cercanos y de mayor confianza de Martha Erika Alonso.
El problema que tienen los demás morenovallistas puros como Jorge Aguilar Chedraui, Eukid Castañón Herrera, Patricia Leal, Marcelo García Almaguer es que cuentan con muchos cadáveres en sus respectivos clósets por su característico estilo de hacer las cosas que no necesariamente es de la manera más suavecita que digamos.
Para ser claros, existen los técnicos que son Gali y Banck y los rudos que son los arriba mencionados.
Dada la polarización que hay en el país por la mal llamada cuarta transformación y la polarización que existe en Puebla que data desde la campaña del año pasado y qué se agudizó con el conflicto postelectoral, el único personaje del morenovallismo que serviría de bisagra entre sociedad y gobierno y que mantendría un equilibrio sin caer en excesos es Luis Banck. Es un perfil técnico y de negociación. Lo más parecido o cercano al estilo de Tony Gali, quien ayudó a despresurizar los años duros del morenovallismo.
Por parte de El Yunque, solo tienen a Eduardo Rivera. Humberto Aguilar sería broma de mal gusto, pues es un político marrullero, tramposo, que hizo negociaciones con el PRI en el 2010 y que sabemos que trabajar no es lo suyo. A él le gusta que le den ya en conjunto la jaula, el pájaro y su alpiste, nada que implique un esfuerzo antes de las once de la mañana.
El panismo local carece de liderazgos y si les interesa mantener el poder necesitan un perfil que genere nexos con la sociedad y no rupturas. Que logre consensos y que cancele los famosos odios y rencores o los gritos y los sombrerazos.
Es por eso que el perfil idóneo del morenovallismo es Banck. Y quien maneje el liderazgo moral de ese partido es Gali.
No obstante, hay una guerra interna que no se ve pero se percibe, pero como diría Melquiades Morales: “la política es como el golf, gana quien menos golpes da”.
La extra, la extra
Porque así me lo recetó el doctor y por la invitación de mi amigo Ricardo Morales Sánchez iniciamos una nueva temporada, no de zopilotes, bueno sí pero nomás tantito, de las Crónicas Marcianas de lunes a viernes aquí en Efekto 10. Así que hasta que el cuerpo aguante y no me dé el mal del puerco aquí nos estaremos leyendo, además de los viernes en el diario 24 horas que dirige Mario Alberto Mejía.
Les deseo mucho sexo en este 2019.
Y gracias por la invitación a colaborar en estos rumbos.
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