Primero, antes de entrar a analizar la alianza del PRI, PAN y PRD (más los que se lleguen a sumar como un alicaído MC) tendríamos que poner primero qué es el trastorno narcisista. Y es que el 90 por ciento de los políticos tienen ese síndrome.
El narcisismo se define como una patología mental y de comportamiento en el que la persona sobrestima sus alcances, sus habilidades, y tiende a una necesidad excesiva de admiración y reconocimiento social. Es una persona que no de ninguna manera piensa en los demás, no es empática y tiende a ser manipuladora para que solo hablen de ella. También hay periodistas que sufren este trastorno pero eso sería tema para otra columna.
La mayor parte de la fauna política está llena de narcisistas.
Una vez que llegan al poder se olvidan de quienes los apoyaron, se les borra de la memoria que son servidores públicos, usan sus redes sociales para “manipular”, incluso hasta con la llamada felicidad tóxica o dictatorial de ahí que citen a Jorge Bucay, Miguel Ángel Cornejo, Alejandro Jodorowsky (en su peor etapa) y hasta Walter Riso o cualquier libro de autoayuda que compraron en el Sanborns.
La alianza PRI-PAN-PRD sería interesante si sumaran nuevos perfiles en los distritos locales y federales, académicos o especialistas en diferentes áreas para verdaderamente generar debates, contrapesos y hasta una verdadera nueva agenda legislativa, pero no. Lo que muchos buscan con esta alianza es llegar para cobrar.
Barriga llena, legislador contento, dice la misión y visión de los aliancistas.
Si tomamos en cuenta que el narcisismo es una característica propia del animal político es inimaginable ver sentados en la misma mesa a un Enrique Doger con un Eduardo Rivera, un Valentín Meneses con Ana Teresa Aranda. Y es que aunque en el fondo y en la manera de actuar el PRI y el PAN es casi lo mismo, se han hecho pedazos en otros tiempos.
¿Tienen la capacidad de perdonar, de dejar la hoja en blanco, de llevar a cero los agravios?
Si no son capaces de ponerse de acuerdo internamente en la selección de los abanderados a la alcaldía, mucho menos será posible que se apoyen mutuamente. No faltará quien vaya a vender su amor por 30 monedas a Palacio Nacional o a Casa Aguayo para estar reportando y mostrando los chats de whastapp a los dueños de Morena.
Su exceso de ego de muchos de los participantes no les dejará ver más allá de la espada del augurio, se pelearán por presupuestos, por los métodos y por los cómos y los por qués pero sobre todo por los quienes. Al no proponer gente fuera de las élites partidistas eso se convertirá en un verdadero galimatías y será lo mismo de siempre. Eso sí, muy entretenido porque se van a poner unas verdaderas madrizas de antología.
Lo cierto es que es un grupo opositor fuerte ante Morena, mucha gente puede sumarse a ellos si es que el gobierno federal no hace un cambio en algunas de sus políticas en cuanto a la economía, el desempleo y la crisis sanitaria.
Puede haber un voto de castigo, para que me entiendan y es posible que la gente quiera regresar a lo de antes si es que no ven cambios verdaderos. Si los de Morena piensan que solo con llamar al PRIAN pueden ganar y hacer una guerra en Twitter pues pocas posibilidades tendrían para acabar con la nueva alianza.
La alianza PRI-PAN- PRD si está unida es muy difícil derrotarla, pueden tener muchos distritos tanto locales como federales y eso va a ponerse muy sabroso.
El enemigo de la alianza son sus propios militantes y su narcisismo desbordado de los políticos.
Ilustración: Alejandro Medina
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