Nadie puede negar la importancia histórica de las elecciones del 2021. La oposición lo sabe pero no lo afirma con sus acciones. Los líderes políticos de los partidos tradicionales están más ocupados en pleitos y disputas internas o escondidos por miedo a desatar la ira de “ya sabes quién”. Los aspirantes a una candidatura están más preocupados en conseguir la nominación para que ganen ellos o ellas sin importarles que está en juego el país y las instituciones que nos hemos dado para ordenar nuestra convivencia.
En estas circunstancias, el país necesita un dique político que contenga la destrucción de nuestras instituciones democráticas, de la economía, del medio ambiente y del futuro del país. Necesitamos detener el despilfarro del presupuesto federal, el empobrecimiento acelerado de todos los sectores de la sociedad y la manipulación de las masas con mentiras, cajas chinas y cortinas de humo. Eso se puede lograr en las próximas elecciones.
Así de importante es la coyuntura del 2021 y así de trágica se observa la realidad de los actores políticos en el 2020. Quizá me equivoco. AMLO puede resultar un cordero noble y obediente ante las instituciones democráticas. Por otra parte, puede ocurrir que los partidos estén pertrechados tras un escudo de silencio que esconde una estrategia política tan coordinada y eficaz que solo ellos la conocen. Sin embargo, la evidencia indica que López Obrador es más un dictador que un demócrata y la oposición está cundida de miedo y de ambiciosos.
Los más preocupados por el futuro del país somos los ciudadanos. Por esa razón les comparto un conjunto de hallazgos que hemos obtenido en el transcurso de nuestras más recientes investigaciones que pueden apuntar hacia una estrategia política efectiva en contra de la retórica del régimen.
En una encuesta telefónica nacional que levantamos a una muestra de líneas móviles a principios de agosto pasado, encontramos que el 39% prefiere que la oposición gane la mayoría en la Cámara de Diputados “para que haya equilibrios” contra el 32% que prefiere que Morena conserve la mayoría. A principios de septiembre levantamos una encuesta domiciliaria estatal en Puebla y la proporción de los que eligen un triunfo de la oposición fue del 47% contra un 33% que opta por el triunfo de Morena. Traducción: un tercio del electorado respalda la continuidad del cuatroteísmo sin límites, mientras que hay una mayoría creciente que se decanta por el equilibrio del poder.
Estos números no anticipan un triunfo de los partidos tradicionales. Querer que gane la oposición para que existan equilibrios no significa que votarán por alguno de los otros partidos. Esta es la contradicción que estudiamos en grupos focales y ahora entendemos que la gente espera “algo diferente” en la oferta de los partidos, algo que los motive a volver a creer en ellos o al menos a otorgarles el beneficio de la duda.
La retórica de López Obrador resultó muy efectiva para deteriorar la estatura moral de la clase política mexicana. Existe la creencia en buena parte de la ciudadanía que el triunfo de Morena en 2018 fue una señal de progreso, un mensaje de la sociedad en contra de los abusos y los excesos, un símbolo de la voluntad popular redimida y re-significada. En esa medida, para muchos el votar nuevamente por el PRI o por el PAN e incluso por cualquiera de los otros partidos “de antes”, significa un regreso al pasado, una especie de traición al camino elegido. Esa es la razón por la que esperan algo, una muestra en la oferta de los partidos tradicionales que las haga creer que votar por ellos no significa traicionar el cambio, ni un salvoconducto para la corrupción y los abusos.
Una oferta distinta significa:
● Candidatos que no representen a la clase política del pasado, vinculada con corrupción, abusos y privilegios
● Candidatos con expedientes limpios
● Candidatos que representen los intereses genuinos de la sociedad y no de la clase política.
Lo importante de este hallazgo es que por fin hay un símbolo político que favorece a la oposición, un elemento que puede incorporarse al debate para debilitar al cuatroteísmo.
¿Por qué ocurre esta situación? Porque la mayoría del electorado cree en la ventaja de los equilibrios, intuye que hay un riesgo si Andrés Manuel López Obrador concentra demasiado poder.
Aquí hay un símbolo que debe estimularse con cuidado para hacer crecer esa conciencia. Después, habrá que decirle al electorado (con las palabras correctas) que la única manera de materializar ese equilibrio es votar por los partidos de antes. Finalmente, habrá que convencer a una parte de la sociedad de que esos partidos ya acataron el mensaje del pueblo y por eso postularon a candidatos capaces de gobernar para restablecer un equilibrio a favor de los ciudadanos y no de los privilegios.
Si la oposición entiende lo que acaba de leer habremos avanzado.
Hay mucho por estudiar para diseñar la estrategia política que derrote a Morena en el 2021. Los investigadores estamos para eso pero de nada servirán nuestros hallazgos sin la voluntad de los políticos. La impronta para la oposición es destruir su propio pasado para aspirar a recuperar una parte de la confianza ciudadana, dinamitar el entramado de intereses de los que ya gobernaron y presentar una oferta renovada que pueda dialogar con los ciudadanos sin remordimientos.
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