Dice el clásico que cuando el gato se va, los ratones hacen fiesta. Y eso mismo pasó en Puebla cuando el dirigente del CEN del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, se fue de vacaciones decembrinas y unos cuantos aprovecharon su ausencia para fraguar el “plan del año”. El plan 2020.
Es por todos sabido que Jorge Estefan Chidiac no puede poner un pie en Puebla y menos hacer política en tierras camoteras por órdenes del gobernador Miguel Barbosa. Así que el delegado del CEN en Nuevo León ya maquinó su regreso a través de un “tapado”.
Pero para que la cuña apriete debe ser del mismo palo y aquí va el contexto: la llegada de Américo Zúñiga Martínez como delegado general del CEN a Puebla no es casual. A Zúñiga Martínez le urgía salir de Veracruz, su tierra natal porque lo vinculan a cada rato con el exgobernador Javier Duarte.
Y es que el suegro de Américo, Domingo Yorio, fue muy cercano a Duarte. Lo cuestionaron por incurrir en varios temas de complicidad, por lo que Puebla fue el escape y el escaparate perfecto para que no lo señalen con el dedo acusador.
Américo Zúñiga está casado con una poblana, Mariana Yorio López. ¿Les suena el último apellido?
En esta trama aparecen dos personajes quienes presumen ser del primer círculo de Alito Moreno, Mariano González y el dogerista Javier Casique Zárate. A ambos al calor de unos buenos mezcales se les ocurrió apoderarse del PRI de Puebla.
Es decir, entre un tlaxcalteca y un oaxaqueño se quieren adueñar de lo que queda del PRI poblano. Las prerrogativas son las prerrogativas y desde esa posición piensan que pueden sentarse ha negociar hasta con la cuarta transformación. Y saben bien que hay que subirse al tren del “te pego para que me pagues” o “no te pego pero me pagas”.
Marianito es sobrino político del principal operador de Jorge Estefan Chidiac, hablamos de José Antonio López Malo. Américo Zúñiga, por su parte, comenzó a trabajar a favor de Mariano González y de Javier Casique. De esa manera lograron sacar de la jugada a Lorenzo Rivera Sosa y encontraron en José Antonio López Malo al mejor alfil.
Las relaciones de Casique con Estefan no son nuevas. Iniciaron desde que el concuño de Tony Gali estuvo en el PRI y, posteriormente, fue el encargado de la Secretaría de Finanzas en el gobierno Interino. Obviamente hicieron mucho y cuando decimos mucho es muchísimo.
Marianito, Casique y Estefan planean llevar a su hasta ahora “tapado” José Antonio López Malo a la presidencia del PRI poblano.
¿Cuáles son sus motivos?
Mariano lo quiere porque es su tío; Casique porque le cae mejor que su compadre Enrique Doger (este no le dice “el cara de chile”) y Estefan porque es su única opción para regresar a Puebla. Todo esto en complicidad con Américo Zúñiga y sus discretos lazos familiares con López Malo y por supuesto todo es a espaldas del líder del CEN priista, Alejandro Moreno.
¿Y qué dijeron?, ¿aquí se terminó el plan?
Por supuesto que no.
El camino para llegar a esto lleva consigo utilizar a perfiles de medio pelo para distraer toda la atención posible y hacer que los grupos entre sí choquen a tal punto de que su “tapado” sea el elegido por ser el “menos peor”, el menos malito, o si es Malo que se apellide López.
De ahí que en la lucha por la dirigencia tricolor haya salido el ex alcalde de Quecholac Néstor Camarillo con todo y su tufillo a gasolina y a ductos de Pemex, así como la dogerista Sandra Montalvo y el archi desconocido Erick Salgado que vienen impulsados por el mismo Casique.
En toda esta historia, no sólo un tlaxcalteca (Marianito) y un oaxaqueño (Casique) salen ganando.
Hay otros dos que se llevan el premio mayor y son también oriundos de Oaxaca y Tlaxcala: Jorge Estefan y Blanca Alcalá, quienes se adueñarían del tricolor con la dupla López Malo y como secretaria general Karina Romero Alcalá hija de la ex alcaldesa.
A todo esto, ¿qué gana Casique?
Según él, desmarcarse por fin de Enrique Doger (para que ya no le digan el cara de chile), varias posiciones para sus aspirantes a modo como Néstor Camarillo y Erick Salgado y por fin ser el candidato a diputado federal por el distrito 12 de Puebla, en el que ya contendió Karina Romero.
¿Qué gana Américo? Tal vez, unos cuantos brindis. Más cariño de su familia por impulsar a nuevos políticos y seguramente alguna posición plurinominal en su estado natal que le daría el lujo del fuero, por si se ofrece.
El plan 2020 armado por los tlaxcaltecas y oaxaqueños ya arrancó, mientras los priistas poblanos son unos auténticos convidados de piedra que nomás verán cómo se usan las prerrogativas y se las gastan en las elecciones del 2021.
Y ¿Alito?
Muy bien, gracias.
Sigue de vacaciones.
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