Todo en la vida es un secreto, todo en la vida es un pensamiento, todo en la vida se hace y nace con una idea, pero lo más importante es quien lo hace y cómo lo hace, de ahí el dicho que dice “manos mexicanas lo hicieron y manos mexicanas lo deben de proteger”.
Como ya se ha comentado antes Puebla surge como un experimento social, la idea era no asentarse en un lugar donde hubiera indios, por lo que los pocos que había fueron desplazados, se fueron a los pueblos aledaños, alrededor de la traza urbana, del otro lado del río. La identidad colectiva de los indios de barrio se centraba alrededor del santo local, la iglesia o capilla, la cual tendría una función central en la organización social y política.
Analco significa “del otro lado del río” uno de los barrios más antiguos, se dice que su población empezó a surgir debido a la gran cantidad de indios que llegaban con la finalidad de ayudar con la mano de obra en la construcción de la ciudad, dentro de la traza urbana, recordemos que los indios fueron los encargados de su edificación con materiales de la misma zona incluso de las orillas del río de San Francisco.
En 1560 se realiza la construcción de la ermita, posteriormente pasa a ser parroquia a cargo de los franciscanos, en 1640 pasa a manos del clero secular e inicia la construcción del gran retablo dorado. El templo dedicado al Santo Ángel Custodio que conserva dos imágenes muy importantes, la de Jesús de Nazareno y El Señor de las Tres Caídas.
El barrio de Analco es uno de los barrios fundacionales, hoy en día uno de los más conocidos debido a su actividad económica de los fines de semana, aproximadamente 800 vendedores son parte de este grupo que durante años después de desocupar el zócalo y el pasaje de ayuntamiento se establecieron en el parque de Analco, que se encuentra frente al templo. Es impresionante recorrer cada pasillo y topar con la fuente central de un lugar tan famoso y emblemático para nuestra población y para los turistas que disfrutan de un recorrido por el centro histórico, empezando por la majestuosa Catedral, pasando por los sapos hasta llegar al tianguis de Analco. Colores, olores, canastas, velas, tapetes, cuarzos, vestidos y blusas típicas o de manta, dulces y diversas texturas son parte de esta experiencia, la mano artesanal poblana se encuentra ahí en la vendimia desde muy temprano, al igual que la gastronomía típica poblana. Cada artesano, cada vendedor se sienten orgullosos de pertenecer a este tianguis, incluso cuentan estar capacitados para recibir y guiar a los turistas en caso de que les pregunten, cada uno es responsable del trabajo de familias que hay completas para llevar la venta los fines de semana.
Conozcamos la vida de barrio, pongamos en alto y sintámonos orgullosos de la gran labor artesanal que aun tenemos en nuestra ciudad.
Twitter: @DanyCaPo
Facebook: Daniela Calderón
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