Una tarde de hace varios meses, Julio Lorenzini Rangel amarró la candidatura de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la presidencia municipal de San Pedro Cholula.
Lo logró tras sentarse a platicar con el senador Alejandro Armenta Mier, a quien convenció de ser la mejor opción del partido Morena.
Eso aunque tiene decenas de enemigos en la zona y hasta denuncias penales por acoso y violación.
Así, el legislador salió convencido, al hacer un pacto de apoyo mutuo: Uno por la alcaldía cholulteca, el otro para labrar su camino a la gubernatura.
Todos contentos.
Este es sólo un ejemplo de decenas.
De este modo y uno por uno, el ex priista Alejandro Armenta fue tejiendo una red de complicidades, luego de haber logrado el control de la dirigencia estatal de Morena, en una especie de “golpe de estado interno”.
La urgencia era quitarle el control al gobernador Miguel Barbosa Huerta, para justamente iniciar ese camino en el que busca ser su sucesor en tres años.
Así perdieron al activo número uno de Morena en el estado.
También así, con el apoyo de su compañero de curul, Ricardo Monreal, quien sobra decir que tiene en mira ser presidente de México, lucubraron el control morenista para, según ellos, encumbrarse el 6 de junio, día en que nadie los pararía.
Colocaron a sus alfiles, desde la secretaría general de Morena en Puebla, con Edgar Garmendia, hasta la mayoría de las candidaturas a diputaciones locales, federales y presidencias municipales.
El control fue casi total.
Fue así como dieron el apoyo también a Claudia Rivera Vivanco para la reelección.
Algo así como: El enemigo o enemiga de mi enemigo es mi amigo.
De este modo, hicieron a un lado a Gabriel Biestro Medinilla, quien no se cansó de gritar a los cuatro vientos que el partido estaba tomado a la mala por unos pillos, decía.
Biestro realmente estaba mucho mejor posicionado.
Nadie lo escuchó.
Ahora, en tiempos de cosecha, todo fue derrota para el grupo que tomó Morena.
Alejandro Armenta tendrá que retomar la estrategia, si quiere seguir en su camino.
Aunque salió tan vapuleado que no se espera una pronta recuperación.
Los reales ganadores fueron los Garmendia, los Evangelista, las Tonantzin y los Mier Bañuelos.
Todos con diputaciones plurinominales se amarraron bien el dedo, ante el desastre que tal vez ya vislumbraban.
Ahora ante la recomposición política del estado de Puebla, las guerras serán otras, pero ese ya es otro tema.
Tiempo al tiempo.